Con temperaturas de -30°C a -40°C y tormentas de hasta 200 kilómetros por hora, cuando se oculta el sol y desciende la noche polar sobre la Base General Belgrano II, a 1300 kilómetros del Polo Sur, podría suponerse que los audaces que le hacen frente a semejante aislamiento deben dormir gran parte de la jornada. Sin embargo, un trabajo de científicos argentinos que acaba de publicarse en Scientific Reports ofrece una foto más detallada y, en algunos sentidos, inesperada de lo que ocurre con los ciclos de sueño y vigilia en ambientes tan extremos.
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Aurora Austral sobre la base antártica Belgrano II. |
De acuerdo con los resultados obtenidos, los invernantes de la más austral de las estaciones científicas argentinas en el continente blanco duermen en plena noche polar alrededor de una hora menos, pero compensan ese tiempo con una siesta más prolongada y de mejor calidad. Según los especialistas, estos resultados responden una pregunta bastante antigua: si la siesta es parte del ciclo sueño/vigilia humano. Todo indica que sí, contestan, y que es un recurso muy valioso para saldar nuestra deuda crónica de sueño.