Quedó incorporado a una red mundial que distribuye información sobre el posicionamiento del planeta a las agencias espaciales.
A comienzos de este año, la novedad fue la firma de un convenio de cooperación científico tecnológica entre el CONICET y el Ministerio de Defensa de la Nación (MINDEF) que le permitiría al Observatorio Argentino-Alemán de Geodesia (AGGO, por sus siglas en inglés) entrar en una fase de funcionamiento pleno gracias a la incorporación de personal técnico de las Fuerzas Armadas dedicado a operar durante 24 horas los siete días de la semana dos importantes instrumentos de observación astronómica.
Tan exitoso resultó el acuerdo que, a pocos meses de poner en marcha el poderoso instrumental, la comunidad internacional “le puso el ojo encima y lo seleccionó para una tarea exigente y muy importante” –según palabras de Claudio Brunini, investigador del CONICET y coordinador científico general del AGGO– y ya lo anunció como miembro de una reducida red mundial de radiotelescopios encargados de realizar una serie de observaciones a lo largo de 2020.
Los dos aparatos operados de manera manual son un radiotelescopio que sirve para observar cuásares, es decir objetos astronómicos tan infinitamente lejanos que por eso mismo se los considera quietos y sirven para estudiar el posicionamiento de la Tierra, y un telescopio láser que toma imágenes de satélites artificiales. “Todos los instrumentos del AGGO funcionan en coordinación con servicios internacionales, y su presencia significa un gran aporte para el hemisferio sur, una parte del mundo donde no hay muchos telescopios de este tipo”, señala Brunini.
Precisamente, fue el Servicio Internacional de VBLI (sigla en inglés de interferometría de base ancha) el que acaba de incorporar al AGGO a la lista de apenas nueve radiotelescopios en todo el mundo que el año próximo se encargarán de realizar un tipo de observación llamada “R”, que se toma todos los martes y jueves. “La letra significa rápido, y hace referencia a que la descarga de datos, su procesamiento, generación de productos y envío se debe hacer en tiempo récord: apenas una semana, cuando normalmente esta tarea lleva un mes como mínimo”, explica el experto.
Se trata del análisis de millones de millones de datos que arrojan, como resultado final, el posicionamiento exacto del planeta en el espacio, algo que las agencias espaciales necesitan conocer con celeridad para controlar a sus satélites. Gracias a una conexión de internet con un gran ancho de banda, el AGGO tiene esta capacidad, que resulta muy valiosa si se tiene en cuenta que otros telescopios recopilan grandes volúmenes de información pero no pueden mandarla de manera virtual, sino que la cargan en discos duros que envían por avión a los servicios que la solicitan.
“En total, los radiotelescopios del mundo son alrededor de 50, y el AGGO en este momento ya está haciendo observaciones regulares todos los días como cualquier otro. Para el año que viene, además de esta tarea que podríamos llamar de rutina, vamos a tener una específica dentro de este núcleo pequeño, lo cual significa una responsabilidad adicional y un gran orgullo”, concluye Brunini.
Cabe recordar que el AGGO surgió en 2015 como iniciativa conjunta entre el CONICET y la Agencia Federal de Cartografía y Geodesia de Alemania (BKG, por sus siglas en alemán), y desde entonces funciona en el Parque Pereyra Iraola a la altura de la localidad de Berazategui. Se trata de un instrumento geodésico dentro del Marco de Referencia Terrestre Internacional, una red mundial que soporta la infraestructura de datos espaciales y contribuye a monitorear los procesos tectónicos y de cambio global.
Fuente: Conicet