El método consiste en el reciclaje de botellas plásticas de PET para obtener un filamento mucho más económico y sustentable con el medio ambiente. Además de ser una iniciativa local con apertura al mercado internacional, sus propiedades lo convierten en un material mejor manipulable y resistente.
La revolución de la tecnología de impresión 3D ha inspirado a las empresas a utilizar diversos materiales para la creación de objetos sólidos. Por lo general, las materias primas de las impresoras varían según la finalidad del producto: desde óxido de titanio, para diseñar huesos, hasta porcelana, madera e incluso zumo de frutas.
Se estima que, para el año 2025, se podrán imprimir productos a base de grafeno, arena y aglutinantes, yeso, silicona y fibra de carbono. Sin embargo, el desafío que les depara a los diseñadores e ingenieros es buscar la mejor forma de utilizar compuestos que generen el menor impacto en el medio ambiente.
En la Argentina, aproximadamente el 95 por ciento de las impresoras 3D funcionan a base de filamento plástico, que pueden ser de PLA (ácido poliláctico) o ABS (acrilonitrilo butadieno estireno). Sin embargo, ambos son importados y, en el caso del PLA, monopolizado por una empresa extranjera y, como consecuencia, el material se debe importar. La única forma de agregar valor localmente es adquirirlo en forma de pellet (es decir, pelotitas de 5mm de diámetro), que luego debe ser sometido a un proceso de filamentación para recién comenzar a utilizarlo.
Pensando en los desafíos y en las problemáticas actuales que dificultan la obtención de la materia prima de las impresoras 3D, un grupo de investigadores de INTI-Plásticos desarrolló un método para utilizar materiales (filamento) a partir del reciclado de botellas de gaseosa tipo PET.
“Este proyecto consiste en generar un insumo mucho más barato, sustentable y que funcione mejor que los filamentos que hay en el mercado”, contó a la Agencia CTyS Guido Palazzo, responsable del proyecto, tras agregar que, “hoy en día, las impresoras no son electrodomésticos donde apretás un botón y ya funciona, sino que requieren de un mantenimiento constante para su funcionamiento óptimo y es por esto que se está pensando en materiales y tecnologías fáciles de manipular”.
Si bien los fabricantes locales e internacionales recomiendan utilizar plástico PLA por su menor complejidad de uso comparado con el ABS, Palazzo asegura que los estudios en el laboratorio del INTI-Plásticos permitieron confirmar que el PET es más fácil de emplear que el PLA, además de ser factible y económicamente viable su producción local. “Por ello, creemos que este producto se va a convertir en el nuevo estándar en materiales para impresión 3D”, aseveró.
Es así como este nuevo método ecológico se presenta como una alternativa a los actuales modelos utilizados y, al ser un producto de fabricación nacional, posibilita la apertura de nuevas cadenas de valor. De esta manera, el desarrollo argentino se posiciona como un potencial competidor en el mercado de las materias primas 3D.
¿Cuáles serían los beneficios de utilizar plástico de botellas de PET y no el PLA o ABS?
El PLA es un material mucho más fácil de utilizar y requiere menor temperatura para fabricar las piezas, pero las prestaciones mecánicas son muy inferiores al ABS. Por ejemplo, si le agregás agua hirviendo, el objeto de PLA se derrite o se deforma. En cambio, el PET tiene un poco de las dos: es muy resistente y, a la vez, es fácil de manipular. También, al ser plástico de botellas es mucho más económico y ayuda a fomentar el reciclaje. Además, es un impulso a la cultura del reciclado que está vista hoy como un gasto operativo por las empresas y como un trabajo adicional por los particulares. De esta manera, demostramos que el reciclado agrega valor ayudando a generar nuevos productos a un costo mucho más bajo, de una manera sostenible.
Habiendo tantos materiales para utilizar las impresoras, ¿por qué crees que todavía no se ha masificado y llegado a los hogares?
Hoy en día, las impresoras 3D no son muy masivas porque requiere que haya gente preparada, que sepa utilizar los parámetros de procesamiento para cada material y cada objeto a fabricar, y que pueda arreglar las posibles fallas que surgen sobre la marcha. Yo creo que, próximamente, la impresora 3D va a ser un electrodoméstico más del hogar, con el que uno va a poder realizar su propio reciclaje, utilizando una trituradora de botellas de PET, una filamentadora y una impresora 3D en serie. Todavía eso no llegó a nuestro país, y lo que existe en otros países no está muy desarrollado, por lo que Argentina está en carrera para ser pionera en esta tecnología.
Fuente: Agencia CTyS