Midió cerca de tres metros. ¿El tamaño importa? Todo indica que sí, porque habría sido el mamífero terrestre más poderoso del Pleistoceno. Baste decir que las dimensiones de su húmero son comparables con las de una hembra de elefante actual.
El Dr. Soibelzon compara el humero del oso gigante con el de un elefante. |
Una de las misiones de la Ciencia es desterrar las fábulas o mitos, pero en este caso permite generar cuentos sobre un oso gigante que vivió en lo que hoy es la Ciudad de La Plata, hace no más de un millón de años.
El Doctor Leopoldo Soibelzon es el autor principal del paper que fue publicado en la revista norteamericana Journal of Paleontology, para dar a conocer al individuo de oso más grande jamás conocido.
Soibelzon, un especialista en el estudio de los osos gigantes, invitó a la Agencia CTyS a comparar el húmero de esta “bestia” con el de otros animales de gran porte que se encuentran en el Museo de La Plata, para comenzar a comprender su dimensión.
“Aquí vemos al oso polar, que mide 1,40 metros y es el más grande que existe en la actualidad. Pero, al comparar su húmero con el de este individuo que reportamos, se nota que la diferencia es enorme”, mostró el Investigador del CONICET.
Pero, claro, más vale medir a este oso con uno de su tamaño. Por ello, Soibelzon se paró al lado de un elefante actual y señaló: “Si comparamos al húmero de uno y otro, vemos que no es tanto más chico. Imaginen el cuerpo gigantesco que tenía” (ver video y foto).
No hay registros de un Arctotherium angustidens de mayor tamaño. Este individuo de oso gigante de rostro-corto fue hallado en la última década del ‘30, durante las excavaciones para construir el Hospital San Juan de Dios de La Plata, ubicado en las calles 25 y 70. Sus restos se encontraron a 9,6 metros de profundidad, dentro del piso Ensenadense.
Desde aquella época, ambos húmeros descansaron en los anaqueles del Museo de La Plata. “No es que haya sido datado ahora, sabíamos de la existencia de este material, pero es muy difícil encontrar el tiempo necesario para estudiar la totalidad de las colecciones”, explicó Soibelzon.
El más grande entre los grandes
“A nuestro conocimiento, este espécimen representa el oso más grande jamás recuperado”, aseveran Leopoldo H. Soibelzon y Blaine W. Schubert en el paper titulado The largest known bear, Arctotherium angustidens, from the early Pleistocene pampeam region of Argentina: with a discussion of size and diet trends in bears.
Los autores determinaron la masa de este macho a partir de diversas ecuaciones alométricas. La media y la mediana de todas ellas dieron 1588 y 1749 kilos, respectivamente. “Estimo que en posición erguida pudo haber alcanzado los tres metros”, agregó Leopoldo Soibelzon a la Agencia CTyS.
Cual Sherlock Holmes y su compañero Watson, Soibelzon y Schubert pudieron determinar, a partir del estudio de los húmeros, que este individuo bestial sufrió una herida severa durante su vida, en el costado izquierdo de su cuerpo, la cual le produjo una gran infección. Como si fuera poco, dan una hipótesis sobre el origen de esta lastimadura...
Osos eran los de antes
Los osos actuales pesan entre 45 y 750 kilos. La publicación de Soibelzon y Schubert detalla la evolución cronológica y comparativa en el tamaño de los osos de gran porte que habitaron en América del Sur, América del Norte y Europa, y aporta una discusión sobre la disminución de sus masas corporales en el tiempo.
“Pudimos determinar estas tendencias, muy interesantes, a partir del estudio de la masa de las distintas especies y de análisis paleobiológicos, como por ejemplo de la dieta que tenían”, comentó el paleontólogo.
Sobre una de las diapositivas presentadas por los investigadores a la revista Journal of Paleontology y en un reciente congreso internacional, Soibelzon explicó a la Agencia CTyS esta progresión en el tiempo: “Cuando los osos aparecieron en América del Sur, hace dos millones de años, tenían un tamaño realmente enorme. En tanto, en ese momento, los osos de América del Norte y Europa tenían una masa corporal que iba de lo mediano a grande, pero dentro de parámetros normales”.
“Y observamos que, a lo largo del Pleistoceno, los osos de América del Sur comienzan a decrecer en su tamaño, hasta llegar a la actualidad con el oso de anteojos, que no llega a pesar más de 140 kilos, mientras que los pertenecientes a América del Norte y Europa mantienen su masa hasta que se inicia la denominada era de hielo, hace aproximadamente unos 30 mil años”, continuó.
Al finalizar el Pleistoceno, se produce la extinción de las especies de gran tamaño. Desaparecieron, naturalmente, el oso gigante de rostro-corto sudamericano y el oso de las cavernas europeo. A nuestros días, solamente llegan especies pequeñas o medianas, como el oso marrón en Europa o el oso polar en Norteamérica.
Evolución: de carnívoro a herbívoro
El estudio de Soibelzon señala la reducción del tamaño del Arctotherium angustidens hasta el pequeño Arctotherium wingei, de masa corporal inferior a los 250 kilos y que apareciera hace 120 mil años. Además, propone una causa para esta evolución, como así también del paso desde la naturaleza predominantemente carnívora a otra mucho más herbívora.
El científico infiere que la variación en el tamaño del oso gigante de rostro-corto se debió a la aparición de nuevos carnívoros, provenientes de Norteamérica, en continuidad con el Gran Intercambio Biótico Americano, que se iniciara tras el surgimiento del Istmo de Panamá, ocurrido hace unos 3 a 5 millones de años.
De allí que los osos fueran disminuyendo de tamaño y adoptándose a una dieta más herbívora. Es importante considerar que la obtención de alimentos del Arctotherium angustidens no dependía únicamente de la caza, ya que tenía el poderío necesario para apoderarse de los restos de animales acechados por otros carnívoros.
El oso gigante de rostro-corto fue, posiblemente, el carnívoro terrestre más poderoso del Cenozoico tardío, y se enfrentaba, entre otros, al tigre dientes de sable. De estás luchas con otros animales feroces habría derivado la herida e infección en el costado izquierdo del individuo que Soibelzon describe.
De todas formas, este cuento de la ciencia no tiene un final triste. Sea dicho a todos aquellos que se encariñaron con este gigante, que su lastimadura no le prohibió vivir una larga vida y fallecer en su vejez, según acreditan los autores de la publicación.
Fuente: Agencia CTyS