Se llama “Moragro” y es un desarrollo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (FCA) que demandó seis años de trabajo.
Está adaptado especialmente para zonas semiáridas, pero puede cultivarse en todo el país. Ya fue probado en las escuelas agrotécnicas de las localidades de Las Junturas, Villa Animí, Colonia Caroya y Bell Ville, así como en el Campo Escuela de la FCA. Posee un alto valor de antocianinas, que ayudan a prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas. En breve será inscripto en el Instituto Nacional de Semillas (Inase).
Los maíces de alto valor agregado, denominados MAV, tienen un mercado y una comercialización diferente, pero se cultivan igual que cualquier maíz. Algunos ejemplos de MAV son el maíz pisingallo, el maíz blanco, el maíz morado, el maíz cuarentín y el maíz dulce, entre otros.
El maíz morado es una variedad originaria de Perú. El nombre obedece a su coloración morada o negra, que se debe a su alto contenido de antocianinas en el grano y a veces en toda la planta.
Las antocianinas son compuestos fenólicos que favorecen, por su actividad en el proceso metabólico del ser humano, la protección de membranas celulares; a través de su actividad química antioxidante desintoxican al cuerpo de agentes contaminantes, desactivan sustancias cancerígenas y, de ese modo, protegen al organismo en el caso de un eventual desarrollo de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Esta particularidad le otorga valor a la producción de maíz morado, porque se trata de un cultivo nutracéutico, o sea, de uso farmacológico, ya que ayuda a prevenir el cáncer de colon y de estómago, y entre otros beneficios es antioxidante.
En el marco del grupo “Maíces Especiales” de la cátedra de Mejoramiento Genético Vegetal de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (FCA) de la UNC, investigadores desarrollaron la primera variedad argentina de maíz morado, denominada “Moragro”. Su creación fue el resultado de más de seis años de trabajo.
“Moragro es una variedad obtenida a través de ciclos de selección y adaptación. Es lo que, en la jerga de mejoramiento, se llama una variedad de polinización libre. Eso implica que cuando el productor compre una bolsa de semilla podrá guardar un poco para sucesivos ciclos de producción, manteniendo su comportamiento, situación que con los híbridos no se logra porque hay que comprar semillas todos los años”, explica María Cristina Nazar, docente e investigadora de la FCA, a cargo de la coordinación del grupo “Maíces Especiales”.
Trabajo interinstitucional sostenido
La variedad Moragro se obtuvo de la siguiente manera: primero se pidieron materiales de quien trabajaba con maíz morado en el país, de algunas semillas, todas de origen importado y sin saber bien su bagaje génico. También, se compró maíz morado que se vende en el Mercado Norte de la ciudad de Córdoba y, mediante un trabajo conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que analiza material genético, se obtuvo un material peruano y así se conforma lo que llamamos la población original.
Luego de tres años que la semilla germinaba pero no daba frutos, se realizó un proceso de selección en ciclos, a partir del cual se obtuvo una cantidad considerable de semillas aptas. “Moragro” surge hace dos años y está en pleno proceso de inscripción, ya que es el último año de ensayos comparativos de rendimiento. En breve se inscribirá en el Instituto Nacional de Semillas (INASE).
“Para nosotros este desarrollo es muy importante porque puede ser un aporte para incentivar a la población a tener una alimentación más saludable, a partir de la posibilidad de variar el consumo de maíces”, pondera María Cristina Nazar.
Otra de las particularidades que destacan el valor de Moragro es su capacidad para adaptarse a zonas semiáridas y que para su cultivo no es necesario el riego ni el uso de fertilizantes, aunque eso no quiere decir que aplicándolos no reaccione favorablemente.
“Nosotros lo trabajamos sin fertilizantes y funciona muy bien en los lugares donde se lo ha probado: en el campo escuela de la FCA, ubicado en Camino a Capilla de los Remedios, a 15 kilómetros de Córdoba Capital, y en las localidades cordobesas de Las Junturas y Bell Ville”, especifica Nazar.
La creación de la variedad Moragro se dio en el marco de un proceso de trabajo conjunto con varias dependencias de la casa de Trejo y con otras instituciones, entre ellas, el Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, la Escuela de Nutrición de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de Córdoba (ICYTAC) y el Conicet. También, participaron grupos de pequeños a medianos productores cordobeses de las zonas semiáridas de producción de maíz denominada “Zona IV” y una serie de escuelas agrotécnicas urbano marginales.
Fuente: UNCiencia