Se trata de un dispositivo multifuncional que facilita el tratamiento de personas con cuidados intensivos prolongados y contempla tanto sus necesidades físicas como psicológicas.
Las quemaduras graves y críticas representan uno de los traumas más dolorosos que puede enfrentar una persona: implica no solo el daño severo de la piel, las vías respiratorias, los huesos y la salud de los múltiples órganos, sino un sentimiento continúo de ansiedad y miedo que el mismo tratamiento contribuye a potenciar.
Según estadísticas del Hospital de quemados de Caballito, unas 190.000 personas sufren quemaduras accidentales anualmente y el 10 por ciento de esa cifra debe hospitalizarse para su recuperación. A pesar de haberse sometido a tratamiento, unas 200 personas mueren cada año a causa de los múltiples traumas que se derivan de esta patología.
Pese a ser uno de los institutos más reconocidos en el área, este hospital no cuenta con camas especializadas para quemados graves y críticos. Actualmente, en salud pública, el recurso más adaptado a este tipo de problemática es el colchón de agua, aunque se trata de un material vulnerable a posibles pinchaduras e incompatible con las maniobras de RCP.
La docente e investigadora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Marianela Amado, se hizo eco de esta compleja problemática y diseñó una cama multifuncional superadora de aquellas disponibles en el sector público. “El objetivo es que el paciente esté en un lugar donde el cuidado no sea solamente físico sino psicológico”, plantea la diseñadora, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
El proyecto comenzó en 2011 cuando la investigadora supo que, en el Hospital Regional de la ciudad costera, se había cerrado un servicio para pacientes quemados por falta de recursos económicos y de equipamiento.
Desde entonces comenzó a interiorizarse sobre los avatares que un equipo médico debe sortear a la hora de rehabilitar a un paciente con quemaduras de III y IV grado. Allí arribó a la conclusión de que “el usuario real es el médico, porque si el elemento no le sirve como herramienta de trabajo, deja de ser útil para el tratamiento del paciente”.
En ese sentido, afirma que “en ocasiones, las mismas necesidades del paciente retroceden, en parte, el avance normal del tratamiento”, haciendo referencia a los casos de complicaciones cardíacas en las que, dada la imposibilidad de ejecutar RCP sobre colchones de agua, se traslada a los pacientes al suelo, perdiendo las condiciones de asepsia que se busca mantener.
Una situación similar ocurre con los protocolos de limpieza y cuidado del quemado. Cada tres horas, deben rotarlo para que la piel dañada se mejore y no forme nuevas lesiones, pero el acto mismo de rotar implica una serie de fricciones –movimientos tangenciales- que lastiman la piel recuperada.
Sin embargo, la más compleja de las dificultades vigentes tiene que ver con las sensaciones del paciente. En condiciones ideales, la persona con quemaduras debería reposar “levitando” para que sus heridas no rocen ninguna superficie. Como esta condición es imposible, el colchón debe otorgarle una sensación parecida pero que también transmita seguridad.
De ahí que el proyecto fue un verdadero desafío en el que se combinaron movimientos que, a priori, parecían incompatibles: ascenso, descenso, inclinación y lateralización hacia ambos lados, permitiendo intervenciones de emergencia, como las maniobras de RCP, sumado a los condicionamientos particulares de cada caso y los hábitos del tratamiento (rotación permanente del paciente y cambios de ropa de cama).
El diseño
El principal acierto de este proyecto es la multi-articulación longitudinal y lateral que permite resolver todos los movimientos posibles del paciente con un sistema completamente motorizado en el que se combinan los sectores de apoyo, articulando o individualizándose para alternar las zonas de apoyo -como rige el tratamiento-, y permitiendo la higienización y el cambio de sábanas sin fricciones.
La cama cuenta con una base y dos columnas telescópicas de acero inoxidable que sostienen la estructura y permiten los movimientos de ascenso, descenso e inclinación longitudinal que se comandan por PLC con control remoto. El soporte se define como un “chasis” en el que se integran la totalidad de los componentes del objeto.
En la parte superior, se disponen módulos que sostienen los colchones de aire divididos que se pueden comandar individualmente o en su conjunto –inflando o desinflándose- según las diversas necesidades que se presenten. De esta manera, se logra que determinadas áreas lesionadas se mantengan suspendidas y no se laceren a causa de las eventualidades del tratamiento.
A ese formato novedoso de partes autónomas e independientes, se le suma que el colchón también cuenta con cápsulas que realizan “presiones alternas”, con una consecuente sensación de “levitación”, tan necesarias para la recuperación de la piel. Esta particularidad es la que diferencia a esta cama de las disponibles en el mercado para cuidados intensivos.
Al respecto, la diseñadora subraya que el reposo sobre este sistema resulta beneficioso no solo para personas con graves quemaduras, sino para todo aquel que deba estar internado por tiempos prolongados, ya que el roce y contacto continuo de la piel con las camas tradicionales facilita la formación de úlceras, sobretodo, en pacientes ancianos y diabéticos.
Por otro lado, desde el Centro de Especialidades Médicos Ambulatorios (CEMA) de Mar del Plata, evaluaron que este prototipo también sirve para la patología de caída de antepié, que suele ocurrir cuando una persona está internada por largos periodos de tiempo.
Para completar el diseño, el dispositivo se recubre en gran medida por piezas plásticas de rotomoldeo espumado que protegen la estructura y son resistentes a los clorhidratos que se aplican para la esterilización del equipo. Además, son desmontables y fácilmente reemplazables.
Un espacio abierto a dar respuestas
En el proyecto global, tanto los requerimientos de la medicina como las necesidades físicas y psicológicas del paciente quemado se ven plasmadas en cada detalle del objeto. “El diseño industrial -argumenta- tiene un fuerte componente interdisciplinario y social, que proyecta de forma integral trabajando con las otras disciplinas. Es un decodificador de lo que todos los demás necesitan para resolver problemas”.
Con esa premisa, Amado convirtió una antigua demanda en una de los nuevos bastiones de la carrera de Diseño Industrial en Mar del Plata: el equipamiento médico. “Si bien era un tema muy duro, me pareció que era necesario que alguien piense en esto. El equipamiento médico es un área que está teniendo mucho y cada vez más desarrollo y el Diseño Industrial no puede ser ajeno”, expresa a Agencia CTyS-UNLaM.
El proyecto, en el que colaboraron el Hospital de Quemados de Caballito, el Hospital Interzonal General de Agudos y el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, fue aprobado satisfactoriamente y espera su materialización. “Los médicos coinciden en que sería interesante llevarlo adelante, solo falta la posibilidad de la producción en serie”, concluye la diseñadora.
Fuente: Agencia CTyS