Investigadores del CENPAT trabajan con estos mamíferos para registrar cada cuatro segundos información sobre parámetros físico-químicos y geográficos del Atlántico Sur.
“Hoy podemos empezar un día de trabajo mirando la trayectoria de un elefante marino en el medio del océano y además conocer en tiempo real la temperatura y la salinidad de las masas de agua por las cuales transita”, explica Mirtha Lewis, investigadora principal del CONICET y Directora del Grupo de Estudio de Macroecología Marina (GEMM@) del Centro Nacional Patagónico (CENPAT- CONICET).
Los investigadores colocaron en enero de 2016 por primera vez en la Patagonia instrumentos en tres hembras adultas que permiten registrar la temperatura, profundidad y conductividad del agua -un indicador de salinidad-, cada cuatro segundos y a profundidades de más de mil metros y con una autonomía de 8-9 meses sin interrupción.
Los animales portadores sirven como plataformas de muestreo oceanográfico para registrar datos con una resolución sin precedente y a un costo menor que cualquier equipo oceanográfico operado desde embarcaciones. Complementan así los estudios desde estaciones oceanográficas. “La oceanografía animal genera grandes volúmenes de información para los biólogos, oceanógrafos e informáticos, lo cual representa una oportunidad para estudios interdisciplinarios”, afirma Lewis.
Julieta Campagna es becaria y forma parte del laboratorio de Macroecología Marina. Una pregunta la acompaña durante su formación científica y en su tesis de doctorado: ¿Qué características ambientales particulares tienen los sitios donde se alimentan los animales que justifican su elección?
Según Campagna, durante la etapa pelágica los elefantes marinos recorren más de doce mil kilómetros en un período de alimentación de siete u ocho meses. Bucean continuamente y en ocasiones pueden alcanzar profundidades de hasta mil 500 metros y permanecen debajo del agua por períodos medios de 20 minutos. Pueden realizar de dos a tres buceos por hora y el tiempo entre dos buceos consecutivos es de sólo entre dos y tres minutos.
La información recibida de los satélites indica que los tres animales instrumentados el 15 de enero tomaron diferentes rutas. Uno de los individuos, por ejemplo, viajó desde Península Valdés hasta las Islas Georgias del Sur. “Considerando que estos animales bucean todo el tiempo, el viaje migratorio implica muchos miles de kilómetros en los que se registra el perfil de masas de agua muy distintas, desde la plataforma hasta la cuenta oceánica, lo cual nos va a permitir obtener datos de diferentes ambientes marinos”, asegura Campagna.
El investigador principal del CONICET, Alberto Piola, quien trabaja en el Servicio de Hidrografía Naval dependiente del Ministerio de Defensa de la Nación, también colabora en este trabajo y pudo interpretar que una de las hembras se dirigió hacia el noreste siguiendo el talud, copiando el eje de la Corriente de Malvinas, mientras que otra aprovechó la rama Norte de la Corriente Circumpolar para viajar hacia el este, siguiendo el Frente Subantártico. “Los datos físicos registrados por los animales son de gran valor para comprender mejor la vinculación entre los sitios elegidos y los rasgos oceanográficos, así como para la oceanografía física en general”, concluye.
El Grupo de Estudio de Macroecología Marina trabaja de forma multidisciplinaria. Durante 30 años ha instrumentado animales y visto la evolución tecnológica de estos registradores.
“Cuando hace años equipábamos animales con registradores, teníamos que esperar que regresaran a la costa para poder recuperarlos y saber si habían funcionado correctamente. Los instrumentos actuales almacenan y envían los datos a los satélites, lo cual nos permite recibir diariamente la posición de los animales conjuntamente con las variables oceanográficas. Las variables que registran los instrumentos son cada vez más y a una tasa cada vez más rápida”, explica Lewis.
“Las preguntas que buscamos responder van acompañadas del desarrollo tecnológico. No se antepone el instrumento a la pregunta, sino que han sido las necesidades de las investigaciones y la interacción con la oceanografía física las que motivaron el desarrollo”, agrega Campagna.
Fuente: CONICET