Científicos de Argentina y Venezuela elaboraron un film protector de alimentos que no sólo retrasa el deterioro del producto sino que además es muy amigable con el medio ambiente pues en contacto con el suelo desaparece en dos semanas por degradación. Y también puede ser comestible.
Además de utilizarla para el mate, ahora científicos de la Argentina y Venezuela lograron emplear la yerba para hacer un film que promete ser fuera de serie. Se trata de un envoltorio de alimentos que no sólo los protege de golpes, sino que retrasa el deterioro del producto al demorar su oxidación. Puede ser comestible, y resulta muy amigable con el medio ambiente porque desaparece en menos de dos semanas de la faz de la Tierra, más rápido que otros productos también hechos de componentes vegetales.
“Es un film transparente formado por gel de almidón de mandioca y extracto de yerba mate, que le da una leve tonalidad que filtra en parte la luz; y tiene una permeabilidad tal que hace que el alimento no intercambie de manera tan fácil la humedad y el oxígeno del ambiente que afecta mucho a la oxidación y al deterioro del producto”, describe Lucía Famá, desde el Laboratorio de Polímeros y Materiales Compuestos, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Parecido a simple vista a cualquier envoltorio usado en la cocina y con una textura similar a la del plástico, este film protector puede ser comestible al estar compuesto por productos naturales y nutritivos. En caso de desecharlo, no estará mucho tiempo formando parte de las toneladas de basura que contaminan al planeta.
El extracto de yerba mate “dio lugar a una degradación más rápida de las películas en abono vegetal, asegurando prácticamente su biodegradabilidad completa antes de las dos semanas”, subraya la investigación publicada recientemente en Carbohydrate Polymers por Carolina Medina Jaramillo, Tommy Gutiérrez, Silvia Goyanes, Celina Bernal y Lucía Famá.
Desde hace tiempo, el equipo estaba interesado en hacer envoltorios para verdaderos problemas. Se trata de alimentos perecederos que, al cabo de un tiempo, pierden su aspecto atractivo y, lo que es peor, pueden resultar peligrosos para la salud al descomponerse. Dos dificultades que resultaban un desafío a sortear: ¿Cómo evitar el deterioro y, a su vez, mejorar sus virtudes?
“En particular, la yerba mate nos llamó la atención porque son bien conocidas sus características de prevenir la oxidación, es decir, ser antioxidante; y aparte tiene nutrientes”, relata Famá, directora de tesis de Medina Jaramillo, quien próximamente defenderá su trabajo sobre este desarrollo. “Cuando esta película fue evaluada demostró tener propiedades antioxidantes y otras como alta flexibilidad, que servía también para hacer un film que permitiera cubrir un alimento”, agrega.
Antes de iniciar las pruebas, “estábamos muy entusiasmados -comenta- porque suponíamos que podía funcionar. La yerba mate cumplía con todas las condiciones que buscábamos y cuando vimos que el efecto antioxidante seguía cuando se colocaba en la película, dijimos: ¡Ya está!”. La alegría continuó. “Cuando además observamos que se podía sellar, contener el alimento y podría servir para mejorar el producto fue una gran noticia”, agrega.
Los estudios prosiguen. Actualmente Medina Jaramillo se encuentra haciendo nuevas pruebas sobre la capacidad antioxidante de la yerba. Ya se ha demostrado que “la yerba no transfiere su gusto al producto que ayuda a envolver porque es usada en muy bajas concentraciones, diluido con agua”, explica Famá, del Departamento de Física, de Exactas UBA que participó del estudio junto con la Facultad de Ingeniería de la UBA.
A escala
Totalmente biodegradable, con características de flexibilidad y antioxidantes que retrasa el deterioro del producto por el paso del tiempo, este envoltorio además se puede comer. “A la hora de hacerlo comestible, como este envoltorio pasa de mano en mano debe colocarse otra película para aislarlo”, aclara.
Con una película en sus manos que muestra características auspiciosas, el equipo en este momento está trabajando en cómo lograr hacer los números para que su producción en serie logre alcanzar el mercado. Ya han hecho los cálculos del costo. “Sabemos qué lleva, cuánto lleva, cuánto se gasta en energía, etc. Un rollo de 40 centímetros de ancho por un metro de largo sale 17 pesos hecho de modo artesanal, la idea es abaratar los costos haciendo una producción a gran escala”, indica.
Rollos de cocina como los habituales que se usan para el hogar, y también envoltorios para industrias dedicadas a los envases de alimentos son dos de las posibilidades estudiadas. “La frutilla –ejemplifica- se oxida rápidamente. Bolsas selladoras al vacío para colocar procesados de pulpa de este fruto -que se usa en tragos- es una opción posible”.
Las alternativas son muchas. Y los científicos tuvieron en cuenta un elemento clave. “La idea es que la industria de envases utilice sus mismas maquinarias, y metodología existente para poder producir estos envoltorios. Sólo debe reemplazar los insumos que hoy usa, por los nuestros. Estamos estudiando para poder hacerlo a escala industrial”, concluye.
Fuente: NEX