Investigadores del CONICET formaron parte del equipo de científicos iberoamericanos que descifraron el genoma de la judía mesoamericana o frijol.
Este hallazgo posibilita mejorar la producción y la conservación de las variedades genéticas de esta legumbre.
El Phaseolus vulgaris es uno de los cultivos más antiguos del mundo. Se domesticó en América hace miles de años y sus semillas comestibles se conocen como judía, haba, frijol o poroto.
Hoy en día, es un alimento esencial en la dieta de más de 500 millones de personas, ya que representa el 50% de todas las legumbres que se consumen en el mundo. El frijol se cultiva en América Latina, África, Medio Oriente, China, Europa, Estados Unidos y Canadá.
Entre 2011 y el 2015, un equipo internacional de investigadores de Argentina, Brasil, México y España trabajaron en el proyecto PhasIbeAm, una iniciativa del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), con el fin de impulsar los programas de mejora de especies que conducen a las variedades más productivas y a la conservación más racional de la reserva genética mesoamericana. Como consecuencia, publicaron un estudio en la última edición de la revista Genome Biology que describe el genoma completo del frijol.
El genoma contiene información hereditaria presente en todas las células de los organismos vivos y determina las características biológicas. “Conocer los genes nos permite conocer las bases de la herencia, los determinantes de rasgos externos propios de los individuos tales como color de ojos o sensibilidad a enfermedades, y en el caso de las plantas su tamaño, ciclo floral, rendimiento, resistencia a pestes, entre otros”, afirmó el Dr. Mario Aguilar, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y uno de los especialistas argentinos que participó en la investigación.
La investigación sistemática del genoma de las plantas ayudará a mejorar las aplicaciones tradicionales y biotecnológicas en la agricultura. Además, contribuirá a mejorar los cultivos en relación a la resistencia a la sequía y la calidad nutricional, y ampliará las posibilidades de uso de estos cultivos no sólo como alimento sino también en la industria. “El conocimiento del genoma del poroto representa una herramienta poderosa para incorporarla en los procesos de fito-mejoramiento del cultivo con potencialidades para impactar en la productividad y en sectores de la sociedad dependiente de esta fuente de alimentación”, explicó el Dr. Aguilar. Al frijol o poroto se lo considera la legumbre más importante para la alimentación directa humana, especialmente en Mesoamérica, Brasil y África. En este marco, el Noroeste argentino es uno de los principales productores mundiales de frijol, produciendo entre 280.000 y 300.000 toneladas al año. La producción y exportación de esta legumbre son esenciales para la economía de la región: “Es necesario mejorar la productividad incorporando nuevas tecnologías”, enfatizó el especialista.
El equipo argentino que participó de la investigación estuvo compuesto por el Dr. Aguilar, del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM) de la Universidad de La Plata – CONICET; el Dr. Alejandro Mentaberry, especialista en biotecnología; y Martín Vázquez y Gastón Westergaard, del Instituto de Agrobiotecnología Rosario (INDEAR). El proyecto fue financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación; el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil; el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) de España; el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) de México; y el CYTED.
Fuente: MINCYT