Investigadores del CONICET dieron a conocer una nueva especie de dinosaurio que habitaba Sudáfrica. El Sefapanosaurus Zastronensis.
Sefapanosaurus zastronensis. |
Hace unos 200 millones de años, las masas continentales unidas en un supercontinente llamado Pangea comenzaron a fragmentarse en dos: Laurasia, al norte y Gondwana, al sur. Esta última agrupaba los actuales territorios de Sudamérica, África, Australia, la India, la isla de Madagascar y la Antártida.
Teniendo en cuenta esto, desde el año 2012 investigadores del CONICET trabajan en un proyecto de Cooperación Internacional con Sudáfrica, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación para el estudio de los dinosaurios que vivieron en esas regiones hacia finales del período Triásico y principios del Jurásico, hace unos 210-190 millones de años atrás.
Teniendo en cuenta esto, desde el año 2012 investigadores del CONICET trabajan en un proyecto de Cooperación Internacional con Sudáfrica, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación para el estudio de los dinosaurios que vivieron en esas regiones hacia finales del período Triásico y principios del Jurásico, hace unos 210-190 millones de años atrás.
Un estudio reciente publicado en la revista Zoological Journal of the Linnean Society muestra el descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio sauropodomorfo que recibe el nombre de Sefapanosaurus zastronensis.
“Cuando estuve en Johannesburgo estudiando materiales de las colecciones del Instituto de Estudios Evolutivos en la Universidad de Witwatersrand, noté que había restos de un dinosaurio sauropodomorfo primitivo que me parecieron raros, tenían características que no había visto en otras especies. Uniendo las experiencias con los colegas sudafricanos, pudimos detectar que estaba mal catalogado. Empezamos a investigar y nos dimos cuenta de que era una especie nueva. Resultó ser un sauropodomorfo basal relacionado al origen de los saurópodos”, explica Alejandro Otero, investigador asistente del CONICET en la División Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata.
Los saurópodos, cuyo nombre significa “patas de reptil”, fueron los animales más grandes que caminaron la Tierra: podían llegar a pesar hasta 70 toneladas. Tenían un cuello notablemente largo y flexible y una cola más larga aun. Su cabeza era pequeña y sus dientes estaban adaptados para la alimentación herbívora. Vivieron desde el principio del Jurásico hasta el Cretácico Tardío y se extendieron por todo el mundo. Entre este grupo se destacan formas tan conocidas como Diplodocus y Argentinosaurus.
Los restos estuvieron en la colección del instituto pero los habían atribuido a otra especie ya conocida. Entre ellos había vértebras del cuello, dorsales, de la cadera y algunas de la cola, un miembro anterior y elementos del tobillo, y del pie, que fueron analizados en detalle. Otero destaca las características únicas en el hueso del tobillo que lo diferencian del resto de los sauropodomorfos y que da origen al nombre de este nuevo dinosaurio. Sefapanosaurus en lenguaje sesotho, una de las 17 lenguas oficiales de Sudáfrica, quiere decir “tobillo en forma de cruz” y así es la morfología particular que tiene el hueso astrágalo. Zastronensis, hace referencia al lugar donde fueron recogidos los restos: las cercanías de la localidad de Zastron, en Sudáfrica, durante el período 1936-1946.
Por su parte, Diego Pol, investigador independiente del CONICET en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) agrega que el Sefapanosaurus zastronensis pertenece a los sauropodomorfos basales, antepasados de los grandes saurópodos, que eran herbívoros de cuello relativamente largo y cabeza relativamente pequeña. Eran animales bípedos facultativos, es decir que podían caminar tanto en cuatro patas como en dos dependiendo de la acción que estuviesen desarrollando en el momento. Medían aproximadamente 6 metros de longitud y podían llegar a pesar hasta 7 toneladas, dependiendo el tamaño.
En este sentido, el paleontólogo afirma: “lo interesante que tiene esta nueva especie es que pertenece a un primer grupo de dinosaurios exitosos que aparecieron hace poco más de 200 millones de años. Si bien hubo una gran cantidad de dinosaurios en toda la era mesozoica que era la época en la que vivían, hubo un grupo, el que llamamos sauropodomorfos que fueron los primeros que “explotaron” evolutivamente, que conquistaron los ecosistemas continentales terrestres, se diversificaron en todo el mundo y habitaron en todos los continentes del planeta. El estudio de este grupo es muy importante para entender por qué lo lograron”.
Al respecto, Otero sostiene que el hallazgo del Sefapanosaurus zastrnensis es interesante porque hay un gran debate que se ha incrementado en los últimos años en cuanto al origen de los saurópodos. En los últimos años se encontraron ejemplares de nuevas especies relacionadas con su origen y particularmente provienen de Argentina y Sudáfrica es decir que estos territorios habrían tenido un papel importante en el origen y diversificación de los saurópodos.
“Este dinosaurio sudafricano constituye una pieza más para poder explicar la historia evolutiva de este grupo, alimentando la hipótesis de que entre Argentina y Sudáfrica se habría dado su origen y posterior migración hacia otros territorios. Hay muchos registros en los continentes del sur y alimenta la hipótesis del origen sureño de los saurópodos”, dice.
Asimismo, Pol explica que los resultados del trabajo con Sudáfrica fueron muy promisorios y otro de los temas que trabajan es en el crecimiento de estos dinosaurios. Estudian las tasas de crecimiento, es decir, cuan rápido crecían mediante el análisis de modificaciones en el tejido de los huesos.
“Esta nueva especie es importante porque es un dato más para lograr armar este gran rompecabezas en el cuál los paleontólogos estamos involucrados que es reconstruir el pasado de nuestro planeta. Esto nos lleva a tiempos remotos cuando la Patagonia estaba completamente unida a un continente ahora lejano como es África y nos muestra lo dinámica que ha sido la historia de la Tierra y como fue cambiando la vida que habita en ella a lo largo del tiempo”, concluye.
Fuente: CONICET