Investigadores de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego trabajan en el desarrollo de un dispositivo para diagnosticar lesiones óseas de forma rápida y sin necesidad de asistir a un centro de salud.
Se basa en la tecnología de bioimpedancia y es una alternativa al uso de rayos X en zonas alejadas de centros urbanos o de difícil acceso.
Si antes de la pandemia las guardias de muchos hospitales podían saturarse e implicar horas de espera, hoy la demanda de este sector aumentó exponencialmente y colapsó los servicios de emergencia a nivel global. Además, hay urgencias que requieren asistencia en el lugar, debido a que el desplazamiento de la persona hasta un centro de salud puede llevar tiempo y generar complicaciones adicionales. Es el caso, por ejemplo, de accidentes en zonas de montaña o en pueblos alejados de las grandes ciudades.
Con el objetivo de aportar una solución para ese tipo de situaciones, investigadores de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTdF) trabajan en el desarrollo de un dispositivo para detectar lesiones óseas de forma portátil y rápida. El objetivo es fabricar un aparato inalámbrico que permita diagnosticar una fractura en el lugar por medio de bioimpedancia, un método sencillo que evita el uso de rayos X.
“Las principales ventajas de esta tecnología son que permite hacer la evaluación en el lugar y que evita irradiar al paciente. Los rayos X no son invasivos pero tampoco inocuos y pueden generar un daño a largo plazo. Además, emiten radiaciones ionizantes secundarias, por lo que siempre deben hacerse en un ambiente plomado. La idea no es reemplazar su uso pero, si se puede reducir al menos un porcentaje, ya implica generar un cambio”, le dijo a TSS el bioingeniero Antonio Dell’Osa, docente de la UNTdF, becario doctoral del CONICET e impulsor del proyecto.
A Dell’Osa, la idea se le había ocurrido hace varios años, cuando todavía era un estudiante de Ingeniería Biomédica en Buenos Aires. Durante un congreso, se interesó mucho por un tomógrafo que funcionaba por impedancia eléctrica y pensó que esa tecnología podía ser útil para diagnosticar fracturas óseas. Pero, cuando propuso la idea a otros especialistas, la respuesta que obtuvo fue: “¿Para qué? Si acá hay equipos de rayos X a la vuelta de la esquina”.
Sin embargo, cuando en 2015 se recibió y se mudó a Ushuaia para trabajar en la UNTdF, la propuesta tuvo una recepción distinta. “Acá no hay un equipo de rayos a la vuelta de la esquina, sino tres en toda la ciudad, y algo similar ocurre en Río Grande”, explicó. Así fue como empezó a moldear su idea y, en el año 2017, obtuvo una beca doctoral del CONICET. De todos modos, en esos primeros años el avance fue muy lento debido al desfinanciamiento que estaba atravesando el sistema científico nacional.
“Hice trabajo teórico, principalmente, ya que el presupuesto fue casi cero durante un gobierno que no apoyaba a la ciencia. Saqué algo de plata de acá y otro poco de allá, iba comprando de a partes”, recordó. Más tarde, obtuvo una beca para ir a Italia a investigar en bioimpedancia y adquirió experiencia en el ámbito hospitalario. Al volver, empezó a trabajar junto con otros colegas de la universidad, estudiantes y profesionales de la salud del Hospital Regional de Ushuaia. Sin embargo, al poco tiempo llegó la pandemia y todo volvió a frenarse, aunque hoy el desarrollo está cobrando ritmo otra vez.
La tecnología de bioimpedancia es un método por el cual se pueden obtener las propiedades eléctricas de un sistema biológico y realizar mediciones. Esto tiene diversas aplicaciones y se usa, por ejemplo, para cuantificar el crecimiento de una levadura durante el proceso de fermentación de la cerveza o en balanzas que miden el porcentaje de grasa, hueso y músculos que tiene un cuerpo. Se realiza a través de una corriente eléctrica imperceptible e inocua que pasa por el cuerpo y arroja el resultado.
En el caso del desarrollo fueguino, lo que se busca con esta tecnología es que pueda detectar variaciones en la estructura del hueso para determinar de qué tipo de lesión ósea se trata. Actualmente, los investigadores desarrollaron un primer prototipo con el que empezaron a realizar algunas mediciones para ir realizando ajustes en la tecnología. Su tamaño es un poco más grande que el de un celular y de él salen varios cables que permiten tomar las mediciones del paciente por medio de electrodos adhesivos. La idea es que pueda ser comandando de forma sencilla desde una notebook o celular.
“Acá en la Patagonia suele haber accidentes en la montaña. Si una persona se lesiona en la montaña y se inicia un rescate, lo mejor sería poder diagnosticarlo en el momento en vez de tener que trasladarlo a un centro de salud, que puede llevar tiempo. Algo similar sucede en contextos como la Antártida o pueblos alejados de las grandes ciudades, sobre todo en esta parte del país donde las rutas son intransitables en invierno. En zonas urbanas, lo ideal sería que este dispositivo pueda usarse en ambulancias para resolver urgencias en el momento”, indica Dell’Osa.
Hace pocos días, el proyecto fue uno de los 15 seleccionados por el programa “Emprendé ConCiencia”, una iniciativa de la Fundación INVAP y el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación junto con el Grupo San Cristóbal, que busca potenciar a diversos emprendimientos científico-tecnológicos que permitan resolver problemáticas sociales y/o ambientales de forma innovadora.
Durante los próximos meses, los investigadores participarán de asesorías y cursos intensivos para mejorar distintos aspectos del proyecto y elaborar un plan de negocios que facilite su transferencia una vez que esté terminado. “El prototipo está en una fase experimental pero ahora que ya estamos vacunados con las dos dosis estamos gestionando para poder volver al hospital y continuar con las mediciones. Necesitamos tener acceso a más casos para poder probar el dispositivo y seguir avanzando”, finalizó el ingeniero.
Fuente: TSS