Investigadores de la Universidad Nacional del Comahue trabajan en un proyecto para generar energía eléctrica a partir de una albúfera artificial. Se trata de una iniciativa pionera que busca aprovechar las condiciones naturales del sur argentino.
Agencia TSS - “La energía es algo muy demandado en todo el mundo, cada vez más. Vamos a tener que agotar todas las instancias y la imaginación para obtenerla, porque un país sin energía es un país que no puede crecer”, sostiene Luis Bertani, investigador de la Universidad Nacional del Comahue, en relación a la importancia del proyecto que dirige para la generación de energía eléctrica a partir de albúferas artificiales.
Una albúfera es un lago de agua salada que está aislado del mar por un cordón de arena pero a la vez continúa comunicado con él por uno o más puntos. Un ejemplo muy conocido es la laguna de Mar Chiquita, en Mar del Plata. En la Patagonia, donde se desarrolla la investigación, no hay albúferas naturales de suficiente envergadura para generar una potencia energética relevante, pero sí se dan varias condiciones propicias para la creación de una artificial, maximizando dos factores fundamentales: la amplitud de mareas y el tamaño de la albúfera.
“La Argentina tiene una ventaja que no tiene otro lugar del mundo, que es la combinación de bajos (áreas bajo el nivel del mar en tierra emergente) situados cerca de la costa y en lugares donde hay mareas. Por eso, hasta ahora es algo que no se ha hecho en otro lugar del mundo y quizás esa es la originalidad del proyecto”, indica Bertani a TSS, y comenta que las máximas amplitudes de marea en la Argentina se localizan en el litoral patagónico.
Tras un relevamiento, el lugar elegido por los investigadores para crear la albúfera artificial fue el Bajo del Gualicho, en la provincia de Río Negro. Está situado a 72 metros bajo el nivel del mar y se encuentra próximo al puerto de San Antonio Este, donde según el Servicio de Hidrografía Naval la amplitud promedio de las mareas es de 6,68 metros. Todas estas condiciones hacen de este bajo un lugar propicio para la creación de una albúfera, a las que se suman una enorme superficie receptora para los caudales provenientes del mar (alrededor de 1.250 kilómetros cuadrados, que equivale a una vez y media el lago de El Chocón); y la inexistencia de rocas duras para excavar el o los túneles que la conectarán con el mar.
La potencia energética estará generada por turbinas que aprovecharán el movimiento continuo de las aguas, producido por los ciclos de marea para la generación de energía eléctrica. Cada 6 horas y 20 minutos, lo que dura aproximadamente el ciclo, el agua del mar ingresará y egresará a la laguna a través del túnel. “La pendiente de una albúfera no es tan pronunciada como la de una represa, pero al ser tan abundante la cantidad de agua, una cosa reemplaza a la otra”, señala Bertani. “A medida que pasan los minutos, el nivel de mar va aumentando y, en algún punto del ciclo de marea, se abren las compuertas para que el agua ingrese, pase por las turbinas y se genere energía”.
Además del beneficio de tratarse de una fuente de energía no contaminante, la realización de este proyecto “abre la puerta a otros, como hacer un centro urbano con perfil turístico o desarrollar actividades pesqueras, ya que tendríamos 200 kilómetros de costa alrededor de ese lago, en una zona donde la temperatura llega casi a los 40 grados en verano”, comenta el científico.
Sin embargo, Bertani aclara que, si bien las primeras estimaciones de cuánta energía podría generarse resultaron alentadoras, todavía es necesaria una evaluación más profunda para determinar números precisos. Por un lado, porque el proyecto implica una alta intervención ambiental que se justificaría sólo en caso de que constituya un aporte importante de energía eléctrica al sistema interconectado nacional. La salina que alberga el Gran bajo del Gualicho representa una producción importante de sal, en particular para la producción de Alpat, la planta de soda solvay localizada en San Antonio Oeste. “Si el proyecto puede generar bastante energía, eso daría posibilidad de obtener sal de otros bajos. Por decirlo de alguna manera, la sal es abundante, pero la energía no”, compara el investigador.
Por otro lado, el equipo debe analizar en detalle las cuestiones técnicas, como el tipo de turbina a utilizar, qué ancho debe tener el canal, o si es mejor construir uno o varios túneles, por ejemplo. “Hemos ampliado el equipo de trabajo con investigadores de la Universidad Nacional de La Plata, que tienen un laboratorio de hidráulica importantísimo. La idea es trabajar con ellos para estudiar las distintas opciones y elegir el modelo que nos permita maximizar el aprovechamiento energético”, concluye Bertani.
Fuente: Agencia TSS