Se trata de un sistema de válvulas que asegura la ventilación dual; podría ser clave para combatir la pandemia en caso de haber pico. Las pruebas en cerdos y simuladores arrojaron resultados positivos.
Sistema de válvulas diseñado por científicos de la UBA. |
“Nuestra tecnología es una herramienta de la que puede disponer el Estado para crear una política de stock de respiradores sin la necesidad de fabricarlos de manera masiva. Si hay pico, los respiradores podrían servir para oxigenar a más de una persona”, señala Guillermo Artana, doctor en Ingeniería, Investigador del Conicet, director del Laboratorio de Fluidodinámica de la UBA y referente del proyecto. En tiempo récord, él y su equipo fabricaron una tecnología que podría ser clave en el combate de la pandemia.
¿Cómo surgió la idea de fabricar este dispositivo?
Advertimos que debíamos trabajar de manera veloz. En marzo comenzaban las noticias sobre un pico inminente que, entre otras cosas, llevaría a un problema en el stock de los respiradores para tratar a todos los enfermos de covid-19. Nuestro objetivo era ofrecer una solución paliativa a esa posible situación de emergencia. Afortunadamente, como todos observamos, el pico se fue desplazando y eso nos dio un tiempo extra para poder perfeccionar el trabajo. Hoy la situación en las terapias intensivas está relativamente calma y el Gobierno hizo lo correcto al apoyar la producción de respiradores en Argentina. Nuestra contribución permitirá ejecutar una política de stock un poco más racional.
¿En qué sentido?
Cuando las terapias intensivas se ven desbordadas y los respiradores no alcanzan para todos es fundamental contar con una tecnología alternativa que les permita a los médicos salir del paso hasta que el sistema de salud vuelva a estabilizarse. En 2006 ya habíamos pensado que sería posible bifurcar la salida de los respiradores con el objetivo de conectar a dos pacientes al mismo tiempo. Sin embargo, veíamos algunos problemas; por caso, se requería que las dos personas fueran relativamente parecidas en peso, contextura física y estado pulmonar. En 2010, en EEUU se produjo un tiroteo que generó una crisis en el hospital aledaño y los médicos aplicaron esta técnica de respiración dual, aunque hubo fallas. Por querer salvar a dos personas corrían el riesgo de matar a ambas; resultaba muy difícil regular cuánto oxígeno le correspondía a cada una. Además, los individuos no evolucionan con la misma rapidez frente al mismo problema, por lo tanto, no quedaba muy claro en qué momento los médicos debían liberar la tecnología para pasársela a otro sujeto.
El principal temor durante la pandemia es que en Argentina ocurra lo mismo que en Italia: médicos que se enfrentan a la situación de elegir a quién colocar el respirador.
Bélgica ha establecido un sistema de puntajes. A los adultos mayores de los geriátricos que estaban en peores condiciones de salud les ofrecen cuidados menores pero no acceden al respirador. Ello trae, por supuesto, una serie de dilemas éticos muy complejos. Frente a este panorama que planteaba el coronavirus en el mundo, estudiamos de qué manera la creación de un nuevo dispositivo podría contribuir a regular de una manera más precisa cuánto oxígeno le llega a cada paciente y, al mismo tiempo, evitar la contaminación cruzada que en muchos casos sucedía. Creamos una tecnología que se ubica fuera del ventilador, permite sortear estas situaciones e individualizar la llegada de oxígeno según las necesidades de cada persona. Un sistema de válvulas que aprovecha toda la tecnología ya disponible.
¿En qué consiste?
Son antiretornos y reguladores que actúan sobre las presiones (“pico” y “residual”) que se ejercen durante el proceso de respiración. Este sistema que proponemos prevé que los dos pacientes respiren al mismo ritmo, es decir, con igual frecuencia (en el caso en que estén sedados no habría problemas). Además cuenta con manómetros analógicos que ayudan a los profesionales de la salud a controlar la cantidad de oxígeno que requiere cada individuo. También existe un sistema de alarmas que les avisa si alguna situación se modificó y hay que estabilizarla. Con este sistema dos personas podrían obtener oxígeno de un solo respirador sin problemas. De hecho, en caso de ser necesario, también podría servir para cuatro.
Podría emplearse en caso de que se necesiten más respiradores de los existentes.
Supongamos una situación hipotética en la que necesitamos mil respiradores y solo tenemos 200. No se podrían fabricar esos 800 que faltan, primero, porque no daría el tiempo y, segundo, porque luego de la crisis la tecnología quedaría ociosa durante mucho tiempo. Nuestro dispositivo le brinda una herramienta más al Gobierno que permite una mayor flexibilidad logística. El sistema de válvulas podría cobrar protagonismo en estos escenarios en que se vuelve fundamental actuar rápido y se complica el acceso a los recursos más caros.
¿Estarían en condiciones de escalar este producto en caso de ser necesario?
-Nosotros buscamos que el armado final utilizara –casi en un 100 por ciento– componentes que ya estuvieran aprobados por Anmat para conseguir su visto bueno más rápido. La UBA nos pidió un número reducido de ejemplares para utilizar en sus hospitales y, por el momento, pensamos en fabricarlos de manera casera con ayuda de compañeros de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA). Si nuestra idea le interesa al Gobierno, nuestro propósito es pasar a una fase de escalado. Hay muchas empresas en el país que tienen tradición de trabajo con estos insumos y podrían hacerlo sin ningún problema. Solo se requiere de alguna compañía que ensamble en un sitio limpio y seguro. La tecnología está validada, ya hicimos las pruebas durante el último mes; para ello, contamos con el apoyo de la gente del INTI, de Institutos del Conicet especializados en métodos computacionales, así como también de la Facultad de Veterinaria (UBA).
¿Por qué de Veterinaria?
Porque las pruebas para validar el prototipo las hicimos en cerdos (sanos y con problemas pulmonares como los que causa la covid-19) y nos ayudaron muchísimo en la parte clínica. Por otro lado, empleamos pulmones artificiales así como también comprobamos el funcionamiento del dispositivo en los simuladores de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires que, probablemente, sean los más modernos de Argentina. Cumplimos con todas las normas que solicita la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva; solo falta el visto bueno de Anmat y ya estaría disponible. Ciencia aplicada a un problema concreto, estamos satisfechos.
Fuente: Página12