miércoles, 26 de febrero de 2020

Intentan desarrollar novedoso tratamiento contra la degeneración macular relacionada con la edad

Un grupo de investigadoras e investigadores argentinos intentan desarrollar un tratamiento novedoso para prevenir la degeneración macular relacionada con la edad, que es la principal causa de pérdida de visión en las personas mayores.

Oscar Pérez, Agustina Alaino y Ana Paula Dominguez Rubio.

Con el paso de los años aumenta la probabilidad de que nuestro organismo sufra procesos degenerativos que provocan discapacidades. Un claro ejemplo de ello es la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), una patología que, en mayor o menor grado, afecta a una gran parte de las personas mayores. De hecho, en los países occidentales, es la principal causa de pérdida de visión central de los individuos de más de 60 años.

Mácula degenerada

Detrás del globo ocular, tapizando el fondo del ojo, se encuentra la retina: una capa de tejido sensible a la luz que convierte las imágenes en señales eléctricas que viajan por el nervio óptico hasta el cerebro, que es quien finalmente se encarga de “interpretarlas”.

En la retina hay una zona especializada en la visión fina de los detalles. Es una mancha amarilla –denominada mácula lútea– que, entre otras cosas, nos permite leer y, también, distinguir los colores o las caras de las personas. El resto de la retina se encarga de la visión periférica, es decir, la visión lateral, que sólo nos permite ver bultos y movimiento. Curiosamente, la mácula lútea, que es la responsable de brindar las mejores condiciones de visión central al ojo humano, es muy pequeña: tiene, apenas, 5 milímetros de diámetro.

Existen múltiples factores que, con el paso de los años, colaboran en el proceso degenerativo de la mácula: la radiación solar, la obesidad, la hipertensión, el tabaquismo, la dieta, tener antecedentes familiares de DMRE y, por supuesto, la edad.


Residuo visual

Para que la luz que llega al ojo se convierta en un impulso nervioso que viaje al cerebro y se “transforme” en una imagen, en la retina se produce un ciclo de reacciones químicas denominado ciclo visual. El funcionamiento de ese proceso cíclico genera continuamente materiales de desecho que las células de la retina se encargan de eliminar. Pero, con la edad, ese mecanismo de limpieza comienza a fallar y los residuos se acumulan y conforman una sustancia denominada lipofuscina.

“La acumulación de lipofuscina en las células del epitelio pigmentario de la retina es clave en el desarrollo de la degeneración macular relacionada con la edad”, señala Agustina Alaimo, investigadora del CONICET en el Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (IQUIBICEN, UBA-CONICET)). “La lipofuscina produce especies de oxígeno reactivo que provocan estrés oxidativo en las células del epitelio pigmentario de la retina”, añade, y completa: “Por eso decidimos probar si se podía prevenir el daño oxidativo de estas células mediante un antioxidante”.

Fue así que eligieron el resveratrol, un potente antioxidante natural que está presente en numerosos vegetales, como las uvas y los frutos rojos.

En una serie de experimentos efectuados con células humanas del epitelio pigmentario de la retina comprobaron que el resveratrol protege a esas células de la acción dañina del A2E, que es el principal componente de la lipofuscina.

“Nuestros resultados muestran que el resveratrol fortalece la integridad de las células atenuando la toxicidad y el daño morfológico y fisiológico que ocasiona el A2E”, explica Alaimo. Los resultados de estos ensayos fueron publicados en la revista científica Archives of Toxicology.

Tratamiento novedoso

Además de tratar de eliminar los factores de riesgo antes mencionados, se suele recomendar una dieta rica en antioxidantes como manera de prevenir la DMRE. En cualquier caso, la forma más frecuente de DMRE (85-90% de los pacientes), llamada “seca”, no tiene tratamiento. La otra forma (“humeda”) se trata paliativamente mediante inyecciones intraoculares de anticuerpos, que deben repetirse todos los meses y que tienen un costo elevado.

“Nuestro trabajo se enmarca en un proyecto más grande que está dirigido a encapsular el resveratrol, entre otros bioactivos, para poder administrarlo de manera local como gotas oftálmicas”, revela Oscar E. Pérez, investigador del CONICET y director del Laboratorio Interdisciplinario de Dinámica Celular y Nanoherramientas del IQUIBICEN. “Además, como el resveratrol se inactiva fácilmente por oxidación, al encapsularlo se lo está protegiendo”.

El científico explica que ya lograron construir cápsulas con un diámetro menor a los 200 nanómetros (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro): “Es el tamaño ideal para el uso oftálmico”, aclara.

También comenta que el material con el que fabrican las nanocápsulas es el quitosano, que se obtiene a partir del esqueleto de los crustáceos, como el langostino: “Estamos trabajando con el INTI de Mar del Plata. Ellos producen quitosano como un modo sustentable de tratar los residuos generados por el procesamiento del langostino”.

Pérez cuenta que el quitosano tiene propiedades que favorecen su llegada a la retina: “Por una cuestión de cargas eléctricas, el quitosano es capaz de pegarse a la esclerótica, que es la capa más externa del globo ocular, y después es como si ‘reptara’ hasta llegar a la parte posterior del ojo”, ilustra.

Mientras trabaja en el encapsulamiento del resveratrol, declara: “Ya probamos que el quitosano no es tóxico para las células del epitelio pigmentario de la retina, lo cual es muy auspicioso”.

Fuente: NEX