En la provincia de Santa Fe impulsan el programa Biobus, que tiene tres productos principales de manufactura local: un trolebús eléctrico para las líneas de la ciudad, un colectivo híbrido que combina un motor diésel y uno hidráulico, y otro que funcionan con biodiésel, un combustible de origen vegetal.
Agencia TSS – El Gobierno santafesino presentó en sociedad a un trolebús de fabricación local. Se trata de un colectivo eléctrico que es alimentado por catenaria superior que se sumaría –y también reemplazaría– en Rosario a las unidades de este tipo, de origen ruso e italiano, que hoy funcionan en esa ciudad, que actualmente cuenta con dos líneas y tiene otras dos proyectadas. El desarrollo también podría ser adquirido por las otra ciudades de la Argentina que cuentan con este servicio, como Córdoba y Mendoza.
El vehículo tiene un motor biodiésel acoplado a un generador que le da una autonomía de 20 kilómetros en caso de que se encuentre con una calle cortada o el recorrido contemple algún desvío de la catenaria. “Si cambiamos el sistema por baterías es un bus eléctrico como los que hoy están tan de moda. Por lo que estamos hablando con empresas nacionales que están trabajando con baterías, lo más probable es que en poco tiempo lancemos uno de este tipo, ya sin catenaria”, le dijo a TSS Roberto Bisso, secretario de Energías Renovables de la Provincia de Santa Fe.
Actualmente, los trolebuses de la ciudad de Rosario se alimentan con energía eléctrica proveniente del parque solar de San Lorenzo. “Dejamos de comprar energía que se produce a partir de combustibles fósiles. Estamos convencidos de que el camino es lo eléctrico, aunque creemos que hay que discutir de dónde viene la electricidad”, dijo Bisso.
El trolebús eléctrico está en etapa de prototipo y el plan es producir, en una primera instancia, unas 10 unidades para cambiar las de la Línea K de Rosario y en una segunda etapa producir 50 para renovar toda la flota de la ciudad. En el futuro, las expectativas son poder vender el producto en otras ciudades del país y de América Latina. “Lo único que no hacemos acá son los chasis porque reutilizamos los que tienen los troles o colectivos. Tratamos de reutilizar todo lo que podemos porque no dejamos ningún vehículo en una disposición final”, dijo el funcionario.
La segunda parte del programa consta de un colectivo híbrido con un motor diésel que no se usa para impulsar el vehículo, sino para comprimir un fluido a muy alta presión en un tanque de almacenamiento. Cuando se necesita fuerza para que el colectivo circule se abre una válvula que libera la presión y se aprovecha esa energía para mover las ruedas del motor. De esta manera, el motor diésel solo trabaja a las revoluciones en las que es más eficiente y por períodos de unos 20 segundos. Como agregado, se peude presurizar el fluido recuperando energía mientras se hace el frenado del vehículo. Este sistema permite un ahorro de combustible de un 40%. En el desarrollo del vehículo, que tiene un costo de adquisición de un 40% menos que los convencionales, se aprovechó que en la provincia de Santa Fe hay mucho conocimiento sobre motores hidráulicos gracias al desarrollo de la industria metalmecánica y su aplicación en el agro y la maquinaria.
La tercera parte del proyecto consiste en un colectivo 100% biodiésel, es decir, que utiliza combustible de aceite vegetal, que se produce en la misma provincia. Desde que el Estado Nacional decidió sacar los subsidios al transporte público, Santa Fe determinó que solo subsidiaría a empresas que utilicen biodiésel. Con el uso de este combustible se evita emitir un 30% de los gases de efecto invernadero y el 100% del material particulado, que es causante de enfermedades respiratorias y del smog que sobrevuela muchas ciudades. Hoy, el 80% de los colectivos de Rosario funcionan con B100 (biodiésel al 100%, sin corte con otros combustibles). En total suman unas 650 unidades y se espera que para el próximo mes se complete el parque automotor.
El uso de este combustible no cambia mucho las prestaciones del motor ni su mantenimiento, pero sí presenta diferencias en cuanto a su almacenamiento, ya que el biodiésel es capaz de absorber agua del ambiente, generando así un mal funcionamiento del motor. Para este proyecto se capacitó a los encargados de manejar el combustible en las líneas de colectivos y se debieron cerrar todas las filtraciones que tenían los colectivos en sus tanques que podían hacer que también entrase agua de lluvia.
También fue necesario hacer cambios de aceite con más frecuencia en colectivos que usaban gasoil ya que éste genera residuos que quedan en diferentes partes del motor y el biodiésel tiene propiedades detergentes que podían generar que se taparan los filtros de aceite.
Bisso le dijo a TSS: “El 30 de junio cumpliremos un año funcionando con vehículos con B100. Hemos hecho laboratorios de todo tipo: de aceite, de filtros, de todo, y no hemos tenido problemas mecánicos ni electrónicos de ningún tipo. Cuando se empezó a hacer el corte de biodiesel al 10%, en 2014, las automotrices empezaron a cambiar los materiales de los componentes que tienen gomas en contacto con el combustible”. El biodiésel también es más exigente con el tipo de aceite que se debe usar. Solo recomiendan usar aceite semi-sintético o superior y hoy se hacen los cambios cada 18.000 kilómetros. A estas conclusiones se llegó gracias a que todo el proyecto contó con estudios hechos por laboratorios de empresas que están participando del programa.
Según el funcionario, el programa tiene un objetivo “de triple impacto: económico, ambiental y social. También estábamos pensando en cómo generar ahorro, trabajo y cómo aportarle valor agregado a productos que tenemos en la región. Ante este momento de crisis económica y social, lo más importante es aprovechar los conocimientos, las tecnologías y la masa crítica que tenemos para generar industria, trabajo local y agregar valor en origen. Hay que aprovechar esta chance porque el tren de la movilidad sustentable va a pasar y tenemos que estar preparados para engancharnos”.
El Estado ha tenido un rol muy importante en el desarrollo de estos productos. El capital inicial (alrededor de 180.000 dólares) fue aportado por la empresa Movi, perteneciente a la Municipalidad de Rosario, y por Santa Fe Gas y Energías Renovables (ENERFE), que hoy son las dueñas de los derechos del producto.
Fuente: TSS