Es menos tóxica, extiende más la sobrevida sin metástasis de los pacientes que el interferón y sus efectos parecen ser prolongados. El próximo paso tendría que ser un ensayo clínico de fase III.
Dr. José Mordoh, jefe del Laboratorio de Cancerología en la Fundación Instituto Leloir. |
Cada semana mueren más de 10 argentinos a causa del melanoma, el más agresivo de los cánceres de piel. Un enfoque que procura activar las propias defensas inmunes contra el tumor podría traer nuevas esperanzas para aquellos pacientes con mal pronóstico en que se detecta la enfermedad en estadios de alto riesgo, señalaron científicos argentinos.
“Recientes adelantos en el uso de la inmunoterapia ha mejorado enormemente las perspectivas de estos pacientes”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor José Mordoh, jefe del Laboratorio de Cancerología en la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigador del CONICET, quien lidera el desarrollo de una vacuna (CSF-470) que ya completó con éxito un ensayo de fase II aprobado por la ANMAT para probar seguridad y eficacia en 31 voluntarios.
“Demostramos que nuestra vacuna es mucho menos tóxica que el interferón [medicamento que se emplea en la actualidad] y prolonga más la sobrevida de los pacientes”, puntualizó Mordoh, un médico graduado con honores y doctorado en la UBA que fue discípulo del Nobel de Medicina de 1965, el médico francés François Jacob, y del Nobel de Química de 1970, doctor Luis Federico Leloir.
Un nuevo estudio, publicado en mayo en la revista “Frontiers of Immunology”, sugiere que los efectos del tratamiento son duraderos. A lo largo de cuatro años, Mordoh y sus colegas analizaron muestras de sangre de uno de los pacientes que participaron del ensayo. Y observaron que la vacunación va modelando poblaciones genéticamente homogéneas o “clones” de ciertas células inmunes, los linfocitos T circulantes, para que reconozcan antígenos tumorales (moléculas que despiertan la reacción de las defensas del cuerpo).
“Los análisis mostraron que muchos de estos clones [de linfocitos] persisten en la sangre durante al menos cuatro años después de realizada la primera inyección de la vacuna. Más importante aún, demostramos que migran hacia el tumor y destruyen células malignas”, subrayó Mordoh.
La ingeniería detrás de la vacuna
La vacuna CSF-470 está compuesta de cuatro líneas celulares de melanoma, cada una proveniente de un paciente distinto y con antígenos diferentes entre sí. Al tratarse de líneas celulares, pueden crecer indefinidamente en el laboratorio y constituyen un “medicamento” reproducible y constante, destacó Mordoh. En los ensayos, la fórmula se administra en conjunto con la vacuna BCG para activar una respuesta inmune inmediata y atacar con mayor eficacia las células tumorales.
Las células de la vacuna CSF-470 activan el sistema inmune contra el melanoma avanzado. |
El proyecto fue uno de los pioneros en el uso de la inmunoterapia en nuestro país y a nivel internacional. “La gran ventaja de los ensayos clínicos diseñados y ejecutados en nuestro país es que podemos obtener información ‘nueva’ en nuestros laboratorios y así avanzar constantemente”, indicó Mordoh.
El estudio clínico de fase II fue llevado a cabo en el Instituto Alexander Fleming, en Buenos Aires, y contó con el patrocinio y subsidios del Laboratorio Pablo Cassará; el CONICET; la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; el Instituto Nacional del Cáncer (INC); la Fundación Sales; y FUCA, de la que depende el Centro de Investigaciones Oncológicas donde se producen las vacunas y se analizan las muestras de los pacientes.
Como contrapartida, una limitación de los desarrollos “fatto in casa” es que progresar hacia una etapa ulterior de las investigaciones requiere de mayores recursos. “La continuación lógica de nuestras investigaciones sería pasar a estudios de fase III, así como nuevos estudios de Fase I en base a los descubrimientos que vamos haciendo. Pero eso requiere un nivel de aportes económicos difíciles de conseguir”, lamentó Mordoh.
Pero el también subdirector de la Carrera de Oncología de la Facultad de Medicina de la UBA no pierde las esperanzas. “A la luz de la evidencia actual, la inmunoterapia será una de las herramientas principales para tratar el cáncer”, dijo. Y recordó un episodio bíblico en que caen los muros de Jericó que se interponen con la llegada a la tierra prometida. “Pese al escepticismo generalizado de muchos y la perseverancia de pocos, ya se han derribado ‘los muros de Jericó’”, resumió.
Fuente: Agencia CyTA