La División Robótica de la CNEA trabaja en la implementación de estos dispositivos dentro de instalaciones nucleares, especialmente en las centrales de generación nucleoeléctrica. El Proyecto CAREM los incorpora en áreas clave.
La robótica desembarcó masivamente en el siglo 21 en diversas industrias, permitiendo mejorar los tiempos de producción y la calidad de los productos fabricados. El ámbito nuclear no ha sido la excepción y esta tecnología se viene incorporando a medida que va cumplimentando con los rigurosos estándares de seguridad necesarios para operar en las instalaciones nucleares.
Para el sector nuclear, entre los diferenciales que aporta la robótica se destaca su capacidad para trabajar en ambientes hostiles o de difícil acceso para el ser humano, como el recinto de la vasija de un reactor –incluso dentro del mismo– donde los niveles de radiación son muy altos, asegurando una disminución significativa en los riesgos a los que se expondría un trabajador.
Pero los robots también se emplean para llevar a cabo tareas que exigen un altísimo estándar de seguridad y precisión, como corte de tuberías, soldadura, inspección y reparación de los tubos de los generadores de vapor, o exploración ultrasónica de secciones de las tuberías para detectar fisuras, entre otras.
En la Comisión Nacional de Energía Atómica, la División Robótica de la Gerencia de Investigación y Aplicaciones No Nucleares trabaja actualmente en el desarrollo de diversos sistemas robóticos. Por ejemplo, se está estudiando la implementación de esta tecnología en el Proyecto CAREM25 para realizar el mantenimiento en sectores claves del que será el primer reactor nacional de baja potencia.
Concretamente se trata de un robot que está siendo programado para que –entre otras funciones– pueda montar y desmontar las bridas que conforman el generador de vapor; hacer cambios de juntas y otros insumos; e inspeccionar las serpentinas a través de una sonda de revisión que permitirá identificar posibles fallas del material (formación de productos de corrosión, estrechamientos de pared, etc.).
Una parte fundamental del trabajo que realizan los especialistas de la CNEA está relacionada al código de programación de las tareas de estos dispositivos. Dicho en otras palabras, se le enseña al robot qué debe hacer y cómo hacerlo –por ejemplo, soldadura y corte– a partir de la programación y desarrollo de software.
Enseñar a un sistema el proceso de soldadura, por ejemplo, puede parecer una acción sencilla, pero es necesario lograr que el dispositivo pueda “ver” lo que está haciendo para realizar los ajustes necesarios mientras hace el trabajo y así asegurar que la soldadura sea perfecta. Las pruebas efectuadas hasta el momento han sido exitosas.
En el marco del proyecto CAREM también se concretó –en conjunto con la Gerencia de Combustibles Nucleares– un sistema de automatización de Rotador de Pastillas de Uranio-Gadolinio para Inspección Visual, que implicó el desarrollo de la ingeniería, el diseño, los planos y la fabricación del control electrónico para la rotación automatizada. Esto permite la observación automática de pastillas a través de una cámara fotográfica que inspecciona 850 pastillas en forma simultánea y en línea con la fabricación.
También se cuenta con un brazo mecánico que, dependiendo del tipo de acción que se necesite, posibilita elegir la herramienta adecuada para el robot. Para ello se construyó un banco automático de intercambio de herramientas.
Actualmente, los profesionales de CNEA se encuentran dedicados a lograr –en el corto plazo– una soldadura robótica con estándares internacionales, paralelamente que proyectan la implementación en gran escala de los avances de la robótica para las futuras centrales nucleares de nuestro país.
Fuente: CNEA