jueves, 21 de julio de 2016

Investigadores argentinos reviven una “computadora” griega de más de 2.000 años

Mediante tomografías computadas y modelos 3D, un científico del CONICET y un diseñador reconstruyeron el funcionamiento de un aparato mecánico de más de 30 engranajes de bronce que servía para predecir eclipses y otros eventos astronómicos.


El mecanismo de Anticitera es un dispositivo dotado de más de 30 engranajes de bronce que fue inventado en la Grecia helenística hace unos 2.000 años y rescatado de los restos de un naufragio a comienzos del siglo XX. Esta “computadora” servía para indicar el momento exacto en que se producirían eclipses, las posiciones de los planetas del zodíaco y otros eventos astronómicos, aunque los científicos tenían dudas sobre su modo de funcionamiento. Ahora, un par de investigadores argentinos echa más luz sobre la operación del ingenioso artefacto.

Una de las piezas de ese mecanismo era una pelota cuyas mitades eran de color negro y blanco respectivamente. Y que estaba sostenida por un eje conectado a un engranaje que daba vueltas para indicar las diferentes fases lunares. Michael Wright, curador de ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, fue el primero en construir un modelo del artefacto y propuso que el engranaje, originalmente, estaba mirando para adentro; y que alguien lo colocó mirando hacia afuera por error antes del naufragio.

Sin embargo, el trabajo de los investigadores argentinos contradice a Wright: sugiere que el engranaje debía mirar hacia afuera, tal como estaba cuando se descubrió, para que el sistema funcionase correctamente. Para llegar a esa conclusión, el doctor Christián Carman, de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), y Marcelo Di Cocco, diseñador, ilustrador, modelador 3D y animador, analizaron tomografías computadas  del mecanismo de Anticitera y construyeron modelos tridimensionales.

Si el engranaje miraba hacia afuera, el mecanismo debía ser un poco más complicado porque requería dos piezas adicionales, que, según dijo Carman a la Agencia CyTA-Leloir, “permitían dar cuenta de los cambios que se verían en las fases de la Luna producto de las distancias de la Tierra al Sol y la Tierra a la Luna”.

De acuerdo a los autores, esta nueva función propuesta podría haber servido con fines didácticos para ilustrar la distancia a ambas luminarias, uno de los principales tópicos de la astronomía antigua desde (al menos) los tiempos de Aristóteles.

El estudio fue publicado en la revista científica “ISAW Papers”, una revista del Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo de la Universidad de Nueva York.

Fuente: Agencia CyTA