Se puede convertir en uno de los yacimientos más importantes del mundo. Semejante al inicio de la saga de Jurassic Park, se han encontrado insectos dentro de rocas, pero también plantas, gusanos, hongos y hasta bacterias en un sorprendente estado de conservación.
Ramita de conífera (izq.) y gusano tipo nematodo en movimiento (der.) en estado de conservación sorprendente. |
Se trata de una ventana única y extensa a los tiempos jurásicos, compuesta por 23 áreas distribuidas por el centro y norte de la provincia de Santa Cruz y que, en total, abarcan una superficie de 60 mil kilómetros cuadrados. Cada roca estudiada, presenta un nuevo hallazgo; por ejemplo, el ojo compuesto de una mosca de 150 millones de años; plantas preservadas tridimensionalmente.
El doctor Juan García Massini, investigador del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica (CRILAR-CONICET) y autor principal del estudio que presenta algunos de los descubrimientos realizados, aseguró a la Agencia CTyS-UNLaM que “no existe otro lugar en el mundo que contenga la cantidad y la diversidad de fósiles del Jurásico como tenemos en este lugar”.
Si bien es un sitio que recién se está comenzando a estudiar, Massini no duda en compararlo con uno de los yacimientos más famosos del mundo, conocido como el Rhynie Chert: “El Rhynie Chert -ubicado en Escocia- fue descubierto hace más de 100 años y aun continúa siendo investigado activamente y brindando grandes hallazgos, pero el yacimiento que descubrimos en Santa Cruz tiene una potencialidad aun mayor”.
Ojo compuesto de larva de mosca de 150 millones de años hallado en el afloramiento La Bajada. |
“Este nuevo sitio en Santa Cruz también será estudiado por decenas de años, por investigadores que vendrán después de nosotros y especialistas de todo el mundo estarán atentos a lo que se pueda descubrir acá”, aseveró Massini. Para el investigador del CRILAR, este yacimiento incrementa de manera notoria las riquezas paleontológicas que ya se conocían de Argentina.
“El sitio de Escocia es súper importante y fue descubierto mientras se cavaban unos pozos allá por 1910”, detalló Massini. Y agregó: “La ventaja que tenemos en Santa Cruz es que los fósiles están en la superficie, porque la erosión ha expuesto a las rocas recientemente, y se puede ver el paisaje tal cual era en el Jurásico: cómo se distribuían las aguas termales, las lagunas, los arroyos, cómo se distribuían también las plantas y demás componentes del ecosistema, hasta los microorganismos”.
Mientras que el Rhynie Chert contiene rocas de entre 380 y 350 millones de años de antigüedad (antes de que surgieran los dinosaurios), el nuevo sitio de Santa Cruz muestra cómo fue la vida entre los 160 y 140 millones de años de antigüedad aproximadamente. Por ello, el nuevo sitio aportará información y un nivel de detalle que, hasta ahora, no se tenía del Jurásico.
Estos yacimientos también brindarán respuestas sobre la evolución de las plantas. “En aquel momento, la flora era todavía antigua y no estaba compuesta por el tipo de vegetación que hoy domina el mundo, que son las angioespermas, por lo que tenemos un umbral de diversidad nuevo por conocer”, observó el investigador Ignacio Escapa del Museo Egidio Feruglio (MEF) y del CONICET.
Encontrar huesos de dinosaurios es considerado un gran hallazgo, pero que se conserven organismos blandos es mucho más extraordinario. “La preservación se produjo de manera suave y casi inmediata, en menos de un día en algunos casos, y se puede ver el movimiento que tenían en vida los hongos, las cianobacterias y los gusanos por ejemplo”, destacó Massini.
Una ventana única al mundo del Jurásico
No se trata del hallazgo de un fósil extraordinario en particular, sino de una inmensa ventana al mundo del Jurásico, de miles de kilómetros cuadrados. Cada vez que se extraigan rocas de algunas de las localidades descubiertas dentro del Macizo del Deseado -que se extiende por casi toda la provincia de Santa Cruz- y se las lleve a un laboratorio, se realizarán descubrimientos de gran envergadura.
Durante las campañas a estos sitios, a través de algunas de las rocas ricas en sílice (conocidas técnicamente como cherts), ya se puede observar una planta, por ejemplo, pero para estudiar su contenido es necesario observarlas en un microscopio.
Estas rocas pueden hacernos rememorar el comienzo de la saga de Jurassic Park, cuando se encuentra un mosquito en excelente estado de conservación. “Tranquilamente, aquí también podríamos encontrar mosquitos; de hecho, ya hechos encontrado moscas; pero la parte de fantasía que tiene la película consiste en que podían extraer el ADN de dichos fósiles”, diferenció Ignacio Escapa a la Agencia CTyS-UNLaM.
“Estas rocas son translúcidas y, para estudiar los fósiles, hay que dividirlas en cortes delgados, como si fueran fetas de unos 20-40 micrones de espesor, que es bastante menos que un milímetro, y posteriormente vemos en detalle lo que contienen en el microscopio”, precisó el paleobotánico del MEF.
La preparación y el corte de las rocas lleva su tiempo. Asimismo, como el nivel de preservación es asombroso, cada material puede ser estudiado en detenimiento y requerir el trabajo en conjunto de especialistas en distintas áreas.
Este proyecto recién comienza, pero el doctor Escapa considera que dará fósiles durante generaciones: “Somos afortunados de poder estudiar algo así y no tenemos noción de lo que vamos a poder entender gracias a estos ambientes, pero sin duda que su estudio va a exceder largamente nuestras carreras de investigadores hasta poder entender cómo interactuaba todo este ecosistema”.
“La gran diversidad de macroorganismos y microorganismos que encontramos, hace que éste sea un proyecto ideal para desarrollar paleontología con grupos interdisciplinarios; de hecho, ya estamos trabajando con especialistas del país en distintas áreas de investigación y también científicos internacionales se han interesado en analizar los fósiles que dimos a conocer en nuestra reciente publicación en la revista científica Ameghiniana”, valoró Escapa.
El proyecto se sustenta en tres pilares: el estudio de los microorganismos, a cargo del doctor Juan García Massini; la investigación de las plantas, realizada por el paleobotánico Ignacio Escapa; y el análisis geológico, encabezado por el investigador del CONICET y profesor de la Universidad de La Plata Diego Guido.
Al trabajo interdisciplinario de estos tres científicos, se suma un grupo de especialistas y becarios de distintos centros de investigación del país y del exterior, los cuales colaboran con la descripción de grupos específicos de seres vivos.
Los volcanes, causantes de una preservación asombrosa
En el Jurásico, durante millones de años, existió una enorme región volcánica en lo que hoy es gran parte de la Patagonia y de la Antártida como consecuencia del inicio de la separación del súper continente llamado Gondwana, donde se empezaba a dividir América del Sur de África del Sur.
“Dicho volcanismo generó grandes anomalías térmicas en los terrenos y produjo que parte de las aguas subterráneas afloraran hipermineralizadas y a altas temperaturas a la superficie terrestre, ocasionando que finas capas de sílice cubrieran las plantas, insectos, algas y otros organismos de estructuras blandas”, explicó el geólogo Diego Guido explicó a la Agencia CTyS-UNLaM. Y describió: “Con el paso del tiempo, dicho sílice se endureció y se transformó en las rocas con fósiles que hoy pueden rescatar los paleontólogos”.
La ventana al Jurásico que se abre en Santa Cruz es única y está compuesta por diversas áreas desperdigadas sobre el Macizo del Deseado. “Hace 10 años comencé el estudio de estos ambientes junto a colegas de Nueva Zelanda y Gran Bretaña, lo cual permitió reconocer hasta el momento 23 localidades, a las cuales seguramente se le sumarán otras más con el correr de las investigaciones futuras”, indicó Guido.
Fuente: Agencia CyTA