Una startup concebida en una universidad argentina abrió oficinas en Nueva York y avanza en un innovador método para selección de terapias de precisión en cáncer.
Gastón Soria es uno de los cuatro cofundadores de OncoPrecision. |
OncoPrecision nació en 2020 en Córdoba con el doble objetivo de poder determinar la mejor terapia para cada paciente y aumentar la tasa de éxito en el desarrollo de nuevos medicamentos contra el cáncer.
Ideada por un grupo de ex investigadores del CONICET, gracias a fondos de inversiones para empresas biotech ahora hizo pie en Estados Unidos y avanza en la realización de un ensayo que le permita pasar de la etapa de investigación a la práctica.
De la mano de un innovador enfoque para el tratamiento del cáncer, una startup cordobesa se expande más allá de las fronteras argentinas y con el impulso de fondos de inversión estadounidenses abrió oficinas en Nueva York. Se trata de OncoPrecision, una empresa biotecnológica inspirada en un laboratorio de una universidad nacional, que desarrolla screenings o métodos de detección sistemática con células de pacientes apelando a la “toxicidad selectiva”.
“El principal objetivo de OncoPrecision es evaluar cuál es la mejor terapia que se le puede dar a un paciente antes de que comience a ser tratado. Hacemos un rastreo entre todas las drogas existentes y ya aprobadas, adaptado a la realidad de cada lugar”, aseguró a la Agencia CyTA-Leloir Gastón Soria, exbecario doctoral de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y actual director científico de la startup que hoy tiene 26 empleados y cofundó con Candelaria Llorens, Gerardo Gatti y Tarek Zaki.
“Lo que hacemos es exponer al mismo tiempo varios tipos celulares –malignos y normales– de una muestra a distintas drogas, para detectar cuán activa y tóxica es cada una y así poder elegir la mejor para ese paciente”, añadió uno de los fundadores del laboratorio que empezó a funcionar en 2020 en la provincia mediterránea, gracias al apoyo de GridX, la aceleradora local de empresas de base biotecnológica.
Soria, que en marzo de 2022 renunció a la universidad y en octubre del mismo año a su cargo de investigador adjunto del CONICET para dedicarse de lleno a la empresa –se mudó a Nueva York en agosto pasado para concretar la nueva filial–, citó una definición que define su búsqueda: “Cada tumor debería ser considerado como una enfermedad rara porque es único en cada paciente”.
“Desde ese punto de vista y con buenas tecnologías, el arsenal de drogas disponibles en la actualidad es bastante bueno. Pero hay que sacarse los anteojos de pensar que a todos los pacientes con un determinado tipo de cáncer hay que darles el mismo tratamiento inicial o de segunda línea. Eso es lo que queremos cambiar”, manifestó.
La metodología novedosa de OncoPrecision es la creación de lo que ellos denominan “microavatares de pacientes” (o PMAs, por sus siglas en inglés): muestras biológicas extrapequeñas, similares a las que se estudian en placas de Petri, que además de las células derivadas de la biopsia del tumor del paciente contienen células diseñadas genéticamente que recrean el microambiente tumoral y buscan engañar a las células malignas de manera de que se comporten como si estuvieran en el organismo del paciente. A cada uno de estos “microavatares” se les aplica una combinación diferente de medicamentos. Estos “co-cultivos” permiten probar nuevas combinaciones de fármacos y evaluar de manera simultánea su toxicidad selectica y general. La meta es encontrar el punto justo entre mayor eficacia y menor toxicidad.
Por medio de inteligencia artificial (IA), luego se realiza el análisis y la interpretación de la respuesta a cada fármaco y se elabora lo que en OncoPrecision llaman “prueba de actividad y resistencia a drogas” (o DART), que en siete días se le puede entregar al médico para ayudarlo a prescribir el tratamiento más adecuado. Una segunda aplicación de los PMAs es ofrecerle a la industria farmacéutica la posibilidad de aumentar la tasa de éxito en el desarrollo de fármacos oncológicos.
Por ahora, el enfoque se está estudiando en el marco de un ensayo clínico observacional y la idea es arrancar en los próximos meses con un análisis prospectivo de pacientes refractarios al tratamiento y con mal pronóstico, comparando la evolución de aquellos que utilizan o no esta metodología.
Mente emprendedora
Soria se crio en el Chaco y desde chico se sintió atraído por la ciencia. Se recibió de licenciado en Genética en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) y luego realizó un doctorado en Biología Celular. Después de una estancia posdoctoral en epigenética en el Instituto Curie, de París, regresó a la Argentina con la idea de hacer foco en cuestiones relacionadas a la tecnología más que seguir contestando preguntas básicas sobre la respuesta al daño del ADN, su tema hasta ese momento.“Siempre me terminaba enamorando más de los métodos para avanzar en un proyecto, que del hallazgo en sí mismo. Disfrutaba sobre todo de la puesta a punto del experimento”, aseguró.
Una vez instalado en Córdoba por cuestiones familiares, se puso al frente del Laboratorio de Letalidad Sintética del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI), en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), donde se centró en la búsqueda de nuevos blancos moleculares y compuestos para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer caracterizados por deficiencias en la vía reparación de ADN por recombinación homóloga.
En 2014 ganó un subsidio que ofrecía el laboratorio GSK para concretar un proyecto de desarrollo de tecnología de búsqueda de inductores de letalidad sintética en oncología con productos naturales. “Eso cambió el rumbo de mi vida científica. Aquel trabajo inspiró lo que hacemos en OncoPrecision hoy, porque vi que lo que habíamos desarrollado para el descubrimiento de nuevas drogas podía ser interesante en células de pacientes y que la letalidad sintética también se puede aplicar para elegir las mejores terapias”, definió Soria.
El investigador empezó a buscar socios fuera de la universidad porque sintió que ahí no iba a poder avanzar al ritmo que pretendía, y finalmente dejó su laboratorio para instalarse en la Fundación para el Progreso de la Medicina en Córdoba, sede actual de OncoPrecision. En ese punto, recibieron una propuesta de GridX, un fondo de inversión local que funciona conectando a científicos que trabajan en biotecnología con emprendedores. Así conocieron a Zaki, hoy CEO de la empresa.
“Estamos terminando de cumplir los objetivos que planteamos para el estado de ‘semilla’ de la startup, y en los próximos 2 a 4 meses saldremos nuevamente a buscar capital, pensando ya en un objetivo más agresivo”, añadió el científico que hasta el momento lleva recaudados U$S 4,2 millones. Entre las próximas metas figuran abrir un laboratorio que tenga regulación para poder ofrecer las pruebas a pacientes de Estados Unidos; expandirse en Córdoba y, quizás, abrir una sede en Buenos Aires. Por el momento, trabajan con una red de 10 centros médicos que les derivan muestras, entre los que figuran el CEMIC, Fundaleu, Hospital Italiano y Sanatorio Allende, de Córdoba.
“Mi sueño en OncoPrecision es poder cambiar la práctica clínica. Si uno pudiera hacer terapias personalizadas para cada paciente, va a modificar también la manera en la que se hacen los descubrimientos de drogas: se podría pasar de un enfoque poblacional a otro personalizado”, enfatizó.
Fuente: Agencia CyTA