Un grupo de investigadores del Instituto Argentino de Oceanografía desarrolla sus propias boyas y sensores que utilizan para monitoreo medioambiental. Además, exportan a Uruguay y Portugal.
En el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO, CONICET-Universidad Nacional del Sur) de Bahía Blanca, un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) realizan estudios de los procesos físicos de las áreas costeras, fundamentalmente playas, estuarios y humedales, y de la interacción mar-atmósfera-suelo con énfasis en el estudio de ondas de tormenta e intercambio de calor. “También trabajamos en procesos físicos en lagunas y ríos”, agrega M. Cintia Piccolo, investigadora superior del CONICET y doctora en Oceanografía.
En 2005 se sumó al equipo como becario doctoral, Alejandro Vitale, actualmente investigador adjunto del CONICET y doctor en Ingeniería electrónica. “Cuando empecé con el doctorado no tenía el instrumental para hacer el trabajo de campo, entonces empecé a reciclar piezas y desarrollé un procesador de datos para interconectar todo. Luego le agregamos un módem para que transmita datos en tiempo real. Eso fue escalando y hoy tenemos un producto industrial que tiene sensores meteorológicos e hidrográficos con transmisión de datos, un soporte web, servidores y base de datos”, dice Vitale.
Y agrega: “Menos el panel solar que es de La Rioja –empresa SolarTec- está todo hecho en Bahía Blanca, incluyendo los sensores, la tornería, la pintura y la herrería. Hasta tenemos impresoras 3D donde hacemos los rotores, anemómetros y otras piezas”.
Así surgieron las Estaciones de Monitoreo Ambiental Costero (EMAC), una plataforma con un panel solar. A la torre se conectan sensores para medir diferentes variables en aire y agua: conductividad, presión, olas, sedimentos en suspensión, humedad, velocidad y dirección del viento y salinidad. Las ventajas de estas estaciones es que graban la información cada cinco minutos y la transmiten en tiempo real cada media hora a un sitio web. Además, tienen la versatilidad de ser compatibles con equipos comerciales y de tener un costo menor a insumos importados.
Ventajas
En referencia a la frecuencia con la que miden los datos, la doctora Piccolo expresa que: “Hemos descubierto que midiendo en alta frecuencia hay variaciones importantes, por ejemplo de la clorofila -un proxy de lo que puede pasar con el fitoplancton- en menos de dos días, y no lo hubiéramos visto sino hubiese sido con estas mediciones”.
Actualmente, hay más de 60 equipos instalados y una red de 40 personas en Argentina. A través de Servicios Tecnológicos de Alto Nivel (STAN) –herramienta de Vinculación Tecnológica del CONICET han suministrado boyas a Uruguay –laguna Rocha- y a Portugal para una empresa dedicada a la acuacultura.
“Otro de los beneficios es que estamos en constante control de la situación de los equipos. Por ejemplo, si un equipo falla podemos ir inmediatamente a ver qué sucede y llevar un repuesto si es necesario. Uno de los problemas de los monitoreos es la pérdida de la serie de tiempo, es decir si quedan baches de tiempo esto perjudica el análisis”, explica Gerardo Perillo, investigador superior del CONICET y doctor en Oceanografía.
Vínculo con la comunidad
Los investigadores trabajan activamente en la laguna La Salada de Pedro Luro con la Sociedad de Fomento, la Municipalidad y el Comité Interjurisdiccional del río Colorado (COIRCO). “Aportamos datos de nuestra boya más los estudios que hacemos con otro grupo del IADO que se encarga de la parte de contaminación, apoyando a todos los actores sociales, tomadores de decisiones de esta laguna para que sepan cuál es el estado del cuerpo de agua, todo esto a partir de un subsidio del Instituto InterAmericano para el Estudio del Cambio Global”, explica Perillo.
Desde el año 2012, han instalado una boya en la laguna Salada y trabajan con chicos de escuelas primarias y secundarias a los que les proveen un kit de instrumentos. “Los chicos van una vez por mes a tomar sus propias mediciones y usan los datos de la boya. A 50 km tienen el mar y además, en Pedro Luro tienen termas. A raíz de la importancia del agua hicieron una Feria de Ciencias tomando el río Colorado, la laguna La Salada, las termas y el mar. Para nosotros fue una satisfacción y una de las cosas que tiene nuestro equipo es que a través de los chicos llegás a los mayores”, explica Piccolo.
Además, a la doctora Piccolo le han pedido un trabajo puntual desde el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Bahía Blanca : demostrar que Bahía Blanca tiene las mismas condiciones climáticas que Santa Rosa, Viedma o Neuquén que son consideradas zonas frías y, por lo tanto, tienen un costo de gas más económico. “Con un trabajo de campo y análisis posteriores, como fundamentos, se puede solicitar que reduzcan el precio del gas en Bahía Blanca”, sostiene Perillo.
En la actualidad, el grupo de investigación participa por el nodo de Bahía Blanca del proyecto de Redes del CONICET denominado Pampa, que se aboca al estudio de lagunas pampeanas, una red que involucra a más de 30 investigadores de todo el país, fundamentalmente de la región pampeana y Córdoba. Como parte de este trabajo instalaron cinco boyas en lagos de la provincia de Buenos Aires, incluyendo la laguna de Chascomús y lagunas cercanas y otras como La Salada de Pedro Luro, Sauce Grande y el Dique Paso Piedras.
En cuanto a los desafíos a futuro, Vitale expresa que sería importante “industrializar un poco más las boyas, mandar a fabricarlas con un sistema de rotomoldeo íntegro de plásticos que se puedan encastrar, ampliar los laboratorios, además de poder sumar más personas porque es constante los pedidos de equipos que nos hacen. Hay muchas variables en las que necesitas una infraestructura muy delicada”, concluye.
Fuete: CONICET