Investigadores de La Plata y Rosario ensayan moléculas que tienen actividad in vitro contra el bacilo que causa esa enfermedad.
En el futuro podrían complementar los tratamientos convencionales, en especial contra cepas resistentes.
Científicos argentinos diseñaron y probaron en el laboratorio nuevas drogas que podrían mejorar el tratamiento de cepas resistentes del bacilo que causa la tuberculosis, una enfermedad que provoca dos millones de muertes cada año.
Si bien la mayoría de los casos de tuberculosis son tratables con una combinación de las drogas hoy disponibles, existen cepas que demuestran alta resistencia. Ahora, el equipo liderado por los doctores Pedro Colinas, de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Héctor Morbidoni, de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), están explorando un enfoque innovador: atacar al Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch mediante moléculas que bloquean una enzima necesaria para su crecimiento, la anhidrasa carbónica. Ninguno de los fármacos antituberculosos actuales actúa por ese mecanismo.
Para bloquear a esa enzima, los investigadores diseñaron y sintetizaron varios “miméticos” de carbohidratos, específicamente C-glicósidos, y les añadieron nuevas funcionalidades químicas. Los ensayos in vitro hasta ahora son alentadores. “Los compuestos lograron frenar el crecimiento del bacilo de la tuberculosis”, destacó Morbidoni, quien dirige el Laboratorio de Microbiología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR.
Asimismo, las drogas ensayadas probaron tener capacidad antioxidante, por lo que podrían limitar los efectos inflamatorios de la terapia antituberculosa convencional. “Podrían usarse en forma combinada”, enfatizó Colinas, investigador del CONICET en el Centro de Estudios de Compuestos Orgánicos (CEDECOR), que depende del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. El mix también podría evitar o reducir los fenómenos de resistencia.
El estudio fue publicado en el “Journal of Enzyme Inhibition and Medicinal Chemistry”. Y los investigadores anticiparon que el siguiente paso será diseñar nuevos compuestos con mayor capacidad de inhibición del patógeno. Si todo marcha bien, en los próximos años podrían empezar estudios con animales y, más adelante, en humanos.
Del trabajo también participaron las doctoras María José Zaro y Analía Concellón, del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), que depende del CONICET y la UNLP; el licenciado Leonardo Riafrecha, becario del CONICET en el CEDECOR; y la doctora Ana Bortolotti, investigadora asistente del CONICET en el grupo del doctor Morbidoni.
Fuente: Agencia CyTA