En Chubut, se encontró un cocodrilomorfo de casi tres metros que poseía patas alargadas y delgadas, dispuestas de forma semejante a las de un perro. La clave de este ejemplar radica en su cabeza, la cual permite entender de qué manera los reptiles que derivaron en cocodrilos solidificaron sus cráneos hasta poder destrozar huesos y ampliar su modo de alimentación.
Emanuel Pujol (Agencia CTyS) - Esta nueva especie, bautizada como Almadasuchus figarii, es el ancestro más emparentado con el origen de los cocodrilos descubierto hasta hoy. El paleontólogo Diego Pol, quien lideró el estudio de los fósiles, explicó a la Agencia CTyS que “los cocodrilos se distinguen por la solidez con la que está construido su cráneo, que es mayor a la de un dinosaurio incluso; y la importancia de este hallazgo es que muestra cómo se fue adquiriendo este diseño estructural tan biocánicamente resistente”.
Los cocodrilos tienen fusionados los seis huesos que componen la parte trasera de su cráneo, mientras que los reptiles primitivos conocidos hasta ahora solamente tenían dos de dichos huesos fusionados. En tanto, el Almadasuchus figarii es un estadio intermedio y muestra cómo fue el camino evolutivo, porque tiene cuatro de esos huesos unidos. “Está justo en el medio de lo que se conocía hasta ahora”, aseguró el investigador del Museo Egidio Feruglio (MEF) y del CONICET.
Actualmente, hay pocas especies de cocodrilos y todas ellas tienen un hábito de vida acuático. Pero hubo una época en la que los cocodrilos tuvieron su auge y alcanzaron una diversidad tan grande como los dinosaurios hace millones de años o como los mamíferos en la actualidad.
Al respecto, el doctor Pol comentó que “en la época de los dinosaurios, los cocodrilos abundaron tanto en los medios terrestres, como en los lagos, lagunas y en ambientes marinos; siempre fueron predadores, pero no solamente carnívoros, también hubo especies herbívoras y omnívoras; hubo cocodrilos de tamaños gigantes, de hasta 12 metros, pero también de dimensiones pequeñas de apenas 20 centímetros”.
Si una especie posee un cráneo compuesto por huesos delgados que no están sólidamente unidos, solo va a poder consumir presas blandas. En cambio, la resistencia ósea que fue adquiriendo un grupo de reptiles hace 180 millones de años hasta convertirse en los cocodrilos fue clave para que se adaptaran a distintos tipos de dieta con facilidad y pudieran tener un éxito evolutivo y se diversificaran en el mundo Jurásico.
El hallazgo del Almadasuchus figarii permite entender el origen de los cocodrilos, un grupo que llegó a ser muy importante, muchísimo más diverso que ahora. “A fines del Cretácico, hace 65 millones de años, junto a los dinosaurios se extinguieron miles de otras especies y los cocodrilos perdieron la mayor parte de su biodiversidad, puesto que lograron sobrevivir únicamente aquellos que vivían en ambientes acuáticos”.
Los restos se encontraron en 2010 y, en la campaña de 2011, se logró recuperar la totalidad del material. “También rescatamos un fémur y huesos de la muñeca de este ejemplar, que nos indican que era un animal bastante distinto a los cocodrilos actuales, que tenia piernas esbeltas y no se arrastraba como un reptil; seguramente, era bastante más veloz, aunque la gran importancia de este ejemplar radica en la información que nos provee su cráneo”, afirmó Diego Pol.
La dimensión del cráneo fue estimada en unos 35 centímetros y el largo corporal del Almadasuchus figarii pudo haber alcanzado los tres metros. Esta nueva especie toma nombre del yacimiento Puesto Almada, ubicado a 15 kilómetros al norte de Cerro Condor, en Chubut. En tanto, su nombre también alude a Eduardo Figari, un geólogo que trabajo toda su vida en YPF y, en la década del 80, determinó la edad de las rocas en la que se halló este cocodrilomorfo.
En esta formación de 157 millones de años, también se descubrieron diversos dinosaurios. “En general, los restos en Puesto Almada se encuentran en buen estado de conservación, pero ninguno tan bien preservado como el Almadasuchus y, gracias a ello, pudimos estudiar en detalle cómo están unidos los huesos del cráneo”, aseguró el investigador.
Este espécimen se alimentaba seguramente de pequeños reptiles, como lagartos o pequeños dinosaurios. Puesto que sus huesos estaban parcialmente solidificados, este espécimen no podía triturar huesos ni comer piezas extremadamente duras, pero muestra los primeros pasos hacia la adquisición de ese tipo de alimentación por parte de los cocodrilos.
Luego de rescatar los fósiles de esta nueva especie, se prepararon los fósiles en los laboratorios del MEF, hasta separarlos de la roca. A partir de allí, comenzó la investigación cuyos resultados se publicaron este mes en la revista científica Biological Reviews.
Un cocodrilomorfo pasado de época
El doctor Pol comentó que “se estima que la solidificación de los huesos del cráneo de los cocodrilos ocurrió hace 170 millones de años; sin embargo, este ejemplar tiene 157 millones de años y aun estaba en el período de transición”.
Esto hace que el ejemplar hallado sea aun más extraordinario, porque muestra que existió un linaje de protococodrilos que sobrevivió a lo largo del tiempo sin haber evolucionado.
Su apariencia había pasado de moda: en su época, todos eran cocodrilos y el Almadasuchus era un representante del pasado. Al respecto, el paleontólogo del MEF-CONICET explicó que “fue un sobreviviente que permaneció muy parecido a las formas ancestrales”.
Diego Pol citó un caso similar entre los animales actuales: “Una de las características más importantes de los mamíferos es que dejaron de poner huevos; sin embargo, hoy en día, sobrevive una única especie de mamíferos que continúa poniendo huevos, el ornitorrinco, que se encuentra en un estadio evolutivo intermedio entre lo que era un reptil y lo que es un mamífero”.
En semejanza, el Almadasuchus es un sobreviviente hasta ahora completamente desconocido que enseña un estadio intermedio entre los reptiles más primitivos, que tenían cráneos muy débiles, y los cocodrilos que hace 170 millones de años obtuvieron cráneos extremadamente sólidos que les permitieron tener mucho éxito evolutivo, al poder adaptarse a diversos nichos ecológicos.
Emanuel Pujol (Agencia CTyS) - Esta nueva especie, bautizada como Almadasuchus figarii, es el ancestro más emparentado con el origen de los cocodrilos descubierto hasta hoy. El paleontólogo Diego Pol, quien lideró el estudio de los fósiles, explicó a la Agencia CTyS que “los cocodrilos se distinguen por la solidez con la que está construido su cráneo, que es mayor a la de un dinosaurio incluso; y la importancia de este hallazgo es que muestra cómo se fue adquiriendo este diseño estructural tan biocánicamente resistente”.
Los cocodrilos tienen fusionados los seis huesos que componen la parte trasera de su cráneo, mientras que los reptiles primitivos conocidos hasta ahora solamente tenían dos de dichos huesos fusionados. En tanto, el Almadasuchus figarii es un estadio intermedio y muestra cómo fue el camino evolutivo, porque tiene cuatro de esos huesos unidos. “Está justo en el medio de lo que se conocía hasta ahora”, aseguró el investigador del Museo Egidio Feruglio (MEF) y del CONICET.
Actualmente, hay pocas especies de cocodrilos y todas ellas tienen un hábito de vida acuático. Pero hubo una época en la que los cocodrilos tuvieron su auge y alcanzaron una diversidad tan grande como los dinosaurios hace millones de años o como los mamíferos en la actualidad.
Al respecto, el doctor Pol comentó que “en la época de los dinosaurios, los cocodrilos abundaron tanto en los medios terrestres, como en los lagos, lagunas y en ambientes marinos; siempre fueron predadores, pero no solamente carnívoros, también hubo especies herbívoras y omnívoras; hubo cocodrilos de tamaños gigantes, de hasta 12 metros, pero también de dimensiones pequeñas de apenas 20 centímetros”.
Si una especie posee un cráneo compuesto por huesos delgados que no están sólidamente unidos, solo va a poder consumir presas blandas. En cambio, la resistencia ósea que fue adquiriendo un grupo de reptiles hace 180 millones de años hasta convertirse en los cocodrilos fue clave para que se adaptaran a distintos tipos de dieta con facilidad y pudieran tener un éxito evolutivo y se diversificaran en el mundo Jurásico.
El hallazgo del Almadasuchus figarii permite entender el origen de los cocodrilos, un grupo que llegó a ser muy importante, muchísimo más diverso que ahora. “A fines del Cretácico, hace 65 millones de años, junto a los dinosaurios se extinguieron miles de otras especies y los cocodrilos perdieron la mayor parte de su biodiversidad, puesto que lograron sobrevivir únicamente aquellos que vivían en ambientes acuáticos”.
Los restos se encontraron en 2010 y, en la campaña de 2011, se logró recuperar la totalidad del material. “También rescatamos un fémur y huesos de la muñeca de este ejemplar, que nos indican que era un animal bastante distinto a los cocodrilos actuales, que tenia piernas esbeltas y no se arrastraba como un reptil; seguramente, era bastante más veloz, aunque la gran importancia de este ejemplar radica en la información que nos provee su cráneo”, afirmó Diego Pol.
La dimensión del cráneo fue estimada en unos 35 centímetros y el largo corporal del Almadasuchus figarii pudo haber alcanzado los tres metros. Esta nueva especie toma nombre del yacimiento Puesto Almada, ubicado a 15 kilómetros al norte de Cerro Condor, en Chubut. En tanto, su nombre también alude a Eduardo Figari, un geólogo que trabajo toda su vida en YPF y, en la década del 80, determinó la edad de las rocas en la que se halló este cocodrilomorfo.
En esta formación de 157 millones de años, también se descubrieron diversos dinosaurios. “En general, los restos en Puesto Almada se encuentran en buen estado de conservación, pero ninguno tan bien preservado como el Almadasuchus y, gracias a ello, pudimos estudiar en detalle cómo están unidos los huesos del cráneo”, aseguró el investigador.
Este espécimen se alimentaba seguramente de pequeños reptiles, como lagartos o pequeños dinosaurios. Puesto que sus huesos estaban parcialmente solidificados, este espécimen no podía triturar huesos ni comer piezas extremadamente duras, pero muestra los primeros pasos hacia la adquisición de ese tipo de alimentación por parte de los cocodrilos.
Luego de rescatar los fósiles de esta nueva especie, se prepararon los fósiles en los laboratorios del MEF, hasta separarlos de la roca. A partir de allí, comenzó la investigación cuyos resultados se publicaron este mes en la revista científica Biological Reviews.
Un cocodrilomorfo pasado de época
El doctor Pol comentó que “se estima que la solidificación de los huesos del cráneo de los cocodrilos ocurrió hace 170 millones de años; sin embargo, este ejemplar tiene 157 millones de años y aun estaba en el período de transición”.
Esto hace que el ejemplar hallado sea aun más extraordinario, porque muestra que existió un linaje de protococodrilos que sobrevivió a lo largo del tiempo sin haber evolucionado.
Su apariencia había pasado de moda: en su época, todos eran cocodrilos y el Almadasuchus era un representante del pasado. Al respecto, el paleontólogo del MEF-CONICET explicó que “fue un sobreviviente que permaneció muy parecido a las formas ancestrales”.
Diego Pol citó un caso similar entre los animales actuales: “Una de las características más importantes de los mamíferos es que dejaron de poner huevos; sin embargo, hoy en día, sobrevive una única especie de mamíferos que continúa poniendo huevos, el ornitorrinco, que se encuentra en un estadio evolutivo intermedio entre lo que era un reptil y lo que es un mamífero”.
En semejanza, el Almadasuchus es un sobreviviente hasta ahora completamente desconocido que enseña un estadio intermedio entre los reptiles más primitivos, que tenían cráneos muy débiles, y los cocodrilos que hace 170 millones de años obtuvieron cráneos extremadamente sólidos que les permitieron tener mucho éxito evolutivo, al poder adaptarse a diversos nichos ecológicos.