Investigadores del Instituto Leloir y del CONICET lograron describir cómo se integra la información de cuatro genes que regulan el reloj biológico de las plantas, lo que podría servir en el futuro para extender las áreas de producción agrícola.
¿Tomates en Misiones? ¿Papas en Santa Cruz? Quizás no sea una utopía. Investigadores argentinos anunciaron que lograron describir cómo se integra la información de diferentes genes que ponen en hora al reloj biológico o circadiano de las plantas en función de los ciclos de luz de los días y las estaciones, lo que podría favorecer la extensión de la producción agrícola fuera de las regiones tradicionales.