Un científico argentino vio el negocio oculto de los nuevos gadgets y decidió adelantarse a la competencia con el know-how local y achicando los tiempos entre el laboratorio y la fábrica.
Batería Dynani de 3 mm de espesor. |
Desde el laboratorio e impulsado por el “glamour” con el que Elon Musk cubrió a los autos eléctricos, un científico argentino apostó a la fabricación de baterías de litio, la nueva pieza de lujo de todo gadget. Con más de 20 años en la industria, el especialista en micro y nanotecnología Sergio Barón (50) creó Dynami, una empresa dedicada a diseñar y llevar a fábrica las baterías del futuro: delgadas, potentes y a medida.
Las baterías de litio evolucionaron en dispositivos electroquímicos realmente sofisticados y cuyo mercado los demanda ávidamente. “Actualmente hay grandes inversiones en desarrollar mejores baterías, más capaces, más duraderas y más seguras”, cuenta Barón. Es que la industria ya se transformó en un segmento que vale más de US$ 23.000 millones y podría superar los US$ 93.000 millones para 2025, según la consultora Grand View Research.
Barón trabajó en los Estados Unidos investigando nuevos materiales para desarrollar baterías de litio, pero decidió volver a la Argentina para crear Dynami porque el país cuenta con importantes ventajas cuando se trata de trabajar con este material. “Es una industria con una barrera de entrada muy alta. Decidimos montar nuestra sede de investigación acá porque están los saberes y las formas de implementarlo, es un efecto secundario de las grandes reservas de litio con las que cuenta el país”, detalla el CEO de Dynami. “Acá son muy pocas las patentes que las universidades logran monetizar, pero queremos ser la excepción.”
Actualmente, las reservas argentinas de litio alcanzan los 2 millones de toneladas; es la cuarta reserva más grande del mundo, solo superada por Australia, China y Chile. Este know-how nacional es el que aprovechan para diseñar baterías para la nueva generación de dispositivos electrónicos, donde se destacan la aplicaciones médicas como los marcapasos inteligentes y la industria de los wearables que quiere volver hacer del reloj un accesorio funcional.
Curiosamente, a pesar de tratarse de una industria en auge, Dynami no tiene competencia. Cuando decidieron hacer un relevamiento del sector, detectaron 10 empresas en todo el mundo que hacen baterías delgadas pero ninguna enfocada en el desarrollo de las celdas. “Son empresas dedicadas a la electroquímica, pero no se encargan del diseño ni de la fabricación. En la industria del acero, esto sería equivalente a tener muchos productores de aleaciones pero a nadie que se encargue de diseñar autos”, destaca.
En una industria donde los teléfonos celulares cambian todos los años, la velocidad con la que se pasa del laboratorio a la cadena de producción resulta clave. “Estamos en un momento donde el diseño de la electrónica, de los dispositivos, está realmente optimizado, pero el proceso de diseñar nuevas baterías, sin incurrir en problemas como los que sufrió Samsung, no existe”, aclara Barón.
A futuro, apunta a generar un modelo eficiente que permita la transición de la academia al mercado; una articulación que aún en los Estados Unidos no está aceitada. “Acá son muy pocas las patentes que las universidades logran monetizar, pero con Dynami queremos ser la excepción”, admite Barón. En sus comienzos, la empresa recibió apoyo del sistema científico nacional, incluida la Conae, la Fundación de Nanotecnología, que le brindó capital semilla y recursos, e incluso Invap, su primer cliente.
Su modelo de negocios actual tiene dos grandes pilares: el diseño y la fabricación de las baterías. “No es un modelo loco, sino uno moderno que combina la creación de propiedad intelectual con una pata industrial terciarizada”, marca Barón.
Fuente: InfoTechnology