El estudio de los científicos del CONICET y del Instituto Leloir sienta bases para el desarrollo de cultivos que se adapten a sequías y suelos pobres.
El Dr. José Manuel Estévez y la Dra. Silvina Mangano. |
Científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) descubrieron un grupo de genes maestros que le permiten a la planta integrar información “contradictoria” sobre señales internas y externas y así desplegar respuestas apropiadas para su crecimiento.
“Si conocemos cómo las plantas responden y se adaptan al ambiente, podemos llegar a desarrollar cultivos que sigan siendo productivos por ejemplo cuando hay escasez (o también mucha disponibilidad) de agua o nutrientes en el suelo”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir, la primera autora del estudio, la doctora Silvina Mangano, investigadora asistente del CONICET e integrante del Laboratorio Bases Moleculares del Desarrollo Vegetal que lidera el doctor José Manuel Estévez en la FIL.
El laboratorio de Estévez estudia los factores que regulan el crecimiento de las células de los pelos radiculares, las estructuras de las raíces de las plantas encargadas de absorber agua y nutrientes del suelo. Uno de los rasgos peculiares de esas células es que pueden expandir su tamaño varios cientos de veces su tamaño original.
Las auxinas son hormonas del crecimiento que actúan como señal interna para estimular el crecimiento del pelo radicular. Pero también, dependiendo de la concentración de ciertos nutrientes del suelo, como los fosfatos, las células de las raíces pueden “tomar la decisión” de crecer o de detener su crecimiento.
En el nuevo estudio, los investigadores identificaron los genes maestros que permiten “resolver” conflictos. En particular, cuando la concentración de auxinas y de fosfatos es alta, el factor de transcripción RSL2 dirime ese escenario a priori contradictorio: “Ese gen maestro activa otros genes que inducen el crecimiento del pelo radicular, superando la represión que implica la presencia de fosfato en el suelo”, indicó Mangano.
Los estudios se realizaron en la planta Arabidopsis thaliana, un modelo vegetal que comparte mecanismos biológicos con cultivos de importancia agrícola.
“Dilucidar cómo las plantas adaptan su batería genética y proteica frente a estímulos internos y externos allana el camino para el desarrollo de cultivos más resistentes a las sequías, a los suelos pobres y otras condiciones adversas”, destacó Estévez, investigador del CONICET que el año pasado recibió uno de los cuatro “Premios Houssay” otorgados por el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
El estudio fue publicado en la revista “Frontiers in Plant Science”. Y también participaron Silvina Paola Denita-Juárez, Eliana Marzol y Cecilia Borassi, estas últimas dos becarias posdoctorales del CONICET en el grupo de Estévez.
Fuente: Agencia CyTA