Se creará en Rosario un centro de precertificación para equipos electrónicos en agro. El proyecto incluye a cuatro empresas, la Cámara de Empresas Informáticas del Litoral y un grupo de investigación en agrobioinformática.
Agencia TSS - La maquinaria agrícola cada vez tiene más componentes de control electrónico y por eso hace unos pocos años el IRAM creó la norma 11783, generalmente llamada ISOBUS, para que todos los equipos sean compatibles. En la Argentina todavía no hay empresas con certificación ISOBUS, por lo que cada una de las herramientas que arrastra el tractor (aperos) debe sumar una pantalla propia en la cabina del mismo para poder controlarla. Mediante la norma ISOBUS se busca que todos los aperos se puedan controlar desde una misma pantalla sin importar la función del apero ni su fabricante.
El 10 de abril se firmó un convenio por el cual el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (Mincyt) se comprometió a realizar un aporte económico para financiar parcialmente un proyecto que posibilite la aplicación de la norma ISOBUS en la industria nacional de implementos agrícolas.
La ingeniera Fabiana Cereseto es parte del proyecto desde su rol de fundadora y gerenta de la Empresa de Vinculación Tecnológica y afirma que “la industria de maquinaria agrícola argentina tiene un lugar bastante bien ganado en el mundo. Que pueda ser ISOBUS hará más competitivos a sus productos y les brindará un nivel de actualización tecnológica importante, es como decir que seguimos en la primera línea”.
De la iniciativa forman parte el grupo de Agrobioinformática del CIFASIS; la Cámara de Empresas Informáticas del Litoral (CEIL); y las empresas Balanzas Hook (Venado Tuerto), Gentec (Villa Constitución), Sensor Automatización Agrícola (Totoras) y SIID (Avellaneda).
En el CIFASIS se está desarrollando una ECU universal (unidad de control del motor) que estará terminada para mediados de año y será la encargada de traducir las comunicaciones de cada apero a la norma ISOBUS. Este desarrollo tiene financiamiento de la Fundación Sadosky y es consecuencia del trabajo que comenzó hace tres años impulsado por la Secretaría de Empresas de Base Tecnológica del ministro de Producción de la Provincia de Santa Fe, Juan José Sarasola, quien actuó como impulsor de la vinculación entre las empresas y los investigadores.
Además, se firmó un convenio por el cual el COFECYT, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, se compromete a financiar parcialmente un laboratorio para que las empresas puedan precertificar sus productos y hacer ensayos antes de ir a conseguir la certificación definitiva. Actualmente, sólo existen cuatro laboratorios de ensayo autorizados para llevar a cabo el proceso de certificación formal, dos ubicados en Alemania, uno en Estados Unidos y otro en Italia. El laboratorio de precertificación permitirá que cuando los empresarios tengan que viajar con sus equipos y empleados a hacer la certificación ya tengan casi garantizado que puedan pasarla sin contratiempos. Además, el laboratorio de precertificación puede asesorar a las empresas sobre mejoras a hacer en sus desarrollos, algo que los laboratorios de certificación no hacen.
Norma IRAM 11783, generalmente llamada ISOBUS. |
“Este es un caso concreto de lo que normalmente se considera que es un sector primario, que no es de interés para la innovación, para el desarrollo y demás. Pero cuando se lo toma como una cadena de valor y se considera que el agro no es solamente cosechar maíz o soja, sino que hay una industria de maquinaria agrícola y una industria del procesamiento detrás, vemos que deberíamos pensarlo como un sector estratégico para innovación”, afirma Cereseto.
Hubo que sortear muchas dificultades burocráticas para llevar a cabo el proyecto. Por ejemplo, la Fundación Sadosky y el CONICET dependen del Ministerio de Ciencia pero no tenían un convenio marco de trabajo entre ellos, por lo que para trabajar juntos hubo que generar el convenio marco para que pudiera generarse el convenio específico para el proyecto. “Tanto el CIFASIS como la Cámara pusieron gente a trabajar para que todas estas complicaciones burocráticas sean transparentes para las empresas. Me decía un empresario el otro día, cuando firmamos este convenio, ´pero, Fabiana, ¿el año pasado no nos juntamos en Santa Fe y firmamos otro convenio?´ Y le dije: sí, pero lo que pasa es que firmamos el convenio interinstitucional y este es el convenio de financiación. Si vos no le quitás todas esas complicaciones burocráticas a las empresas, se desalientan. En su mayoría son Pymes y no disponen de tantos recursos como para a poner una persona a ver cómo son los formularios y ver si falta el convenio marco y cómo se hace. Si no hay alguien que se ocupe de la gestión del proyecto, el proyecto se cae”, afirma la ingeniera.
Fuente: TSS