Según la Organización Mundial de la Salud, 50 millones de personas padecen epilepsia en todo el mundo. El 70 por ciento de quienes sufren este trastorno puede tratarse con una medicación para prevenir las convulsiones, mientras que el 30 restante debe acudir a un tratamiento quirúrgico complejo para poder erradicarlas.
Si bien el avance tecnológico permite que estas cirugías sean efectivas e impliquen riesgos bajos, no dejan de significar una invasión para el paciente que debe someterse a ellas, por lo menos, en dos ocasiones: primero, con la implantación de electrodos en la corteza cerebral y, luego, con la extracción del área que desata las convulsiones.