lunes, 22 de febrero de 2016

El proyecto “Relámpago”

La zona de las Altas Cumbres juega un papel fundamental en los eventos climatológicos extremos que se registran en el sureste de América del sur. Esa hipótesis es una de las aristas en las que indagará el proyecto científico internacional “Relámpago”, presentado oficialmente en la Universidad Nacional de Córdoba.


El interés del proyecto radica en el considerable impacto social y económico que suelen acarrear estos acontecimientos climatológicos.

En abril se presentó formalmente en la Universidad Nacional de Córdoba el proyecto científico internacional “Relámpago”, que estudiará las tormentas extremas que ocurran en distintos puntos de la Argentina.

El sureste de América del sur –noreste argentino, Paraguay y sur de Brasil– es la región del planeta donde tiene lugar la mayor cantidad de tormentas denominadas “intensas”, que suceden a altitudes de hasta 16 kilómetros, muy por encima de las nubes de tormentas normales que se ubican en el orden de los 10 kilómetros de altura.

¿Cómo y por qué este tipo de fenómenos –que causan violenta caída de granizo, tornados y desastres en zonas pobladas– se da en esta parte del mundo? El proyecto “Relámpago” responderá estos interrogantes, pero los investigadores tienen una hipótesis muy firme: los vientos altamente húmedos que vienen del Amazonas y del Caribe chocan contra distintas zonas montañosas de Argentina y suben con gran energía (proceso llamado “convección”), para luego producir nubes muy altas y cargadas energéticamente.

Eldo Ávila, físico de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF) y miembro del equipo que llevará adelante el estudio, señala a Argentina Investiga que la información satelital obtenida en los últimos años indica que la topografía cordobesa, especialmente las Altas Cumbres, juega un rol clave.

“Creemos que en Córdoba nace la mayor cantidad de estas tormentas extremas, especialmente en el noreste de la provincia. Y desde acá se conducirían hacía el este del país y regiones limítrofes”, agrega. El mismo fenómeno sucedería con la Cordillera de los Andes, que actuaría como un trampolín para los vientos y la generación de tormentas.

Según explica Ávila, miembro del grupo de Física de la Atmósfera de la FaMAF, hace 20 años empezaron a lanzarse satélites meteorológicos y uno en especial se dedica a capturar “radiografías” de eventos intensos. “Después de muchos años de estudio de información satelital se determinó que las tormentas más grandes se desarrollan en esta región. Ahora debemos corroborar el por qué”, resume.

El interés radica en el considerable impacto social y económico que suelen acarrear estos acontecimientos climatológicos extremos, tales como violentas caídas de granizo, áreas afectadas por ráfagas y tornados, inundaciones o pérdida de vidas humanas por la profusa actividad eléctrica que se descarga en la tierra. “Si logramos entender mejor la formación de estos fenómenos, podrán realizarse mejores pronósticos y alertas meteorológicas”, asegura Ávila.

La base estará en Córdoba

El proyecto “Relámpago” aún está en proceso de desarrollo. Este año se terminará de delinear y se evaluará en los distintos organismos de financiamiento. Cuenta con el apoyo de instituciones europeas, de la National Science Foundation de Estados Unidos, y se descuenta que contará con la colaboración de instituciones de promoción científica de la Argentina.

En 2017, cuando comience la época de lluvias, se lanzarán las campañas. “Los científicos más prestigiosos del mundo en esta área están involucrados en la iniciativa. Se unieron para ver y analizar en vivo las tormentas, estudiar cómo se forman y cómo están compuestas. Se utilizará, entre otros instrumentales, el radar meteorológico montado en la UNC”, cuenta Ávila.

También se emplearán aviones especiales llegados desde Estados Unidos para sobrevolar las nubes, e incluso, penetrar en ellas. “Se observarán distintas variables, como los vientos verticales, el área que ocupan, el lugar donde se forma el granizo, cuánta electrificación se produjo, entre otros aspectos. Más que una radiografía, a las nubes les vamos a hacer una resonancia magnética”, grafica el investigador.