domingo, 20 de enero de 2019

Técnicas nucleares para garantizar la calidad de la miel y productos apícolas

La CNEA cuenta con un área dedicada a la Apicultura y a los Sistemas Agroalimentarios que estudia la presencia de metales pesados en miel, polen, propóleo y jalea real mediante la técnica analítica multielemental de Fluorescencia de Rayos X.


Argentina es uno de los principales países exportadores de miel y sus productos apícolas son muy valorados por los exigentes mercados internacionales. Su altísima calidad, sus propiedades nutricionales y su delicioso sabor pueden ser garantizados mediante la aplicación de la tecnología nuclear, la cual brinda beneficios relacionados con la seguridad alimentaria, la sanidad de colmenas y los cuidados del ambiente en los que la abeja se desarrolla.

Desde el Sector Apicultura y Sistemas Agroalimentarios del Departamento Aplicaciones Agropecuarias de la CNEA se aplican distintas técnicas nucleares en apicultura y en otros sistemas agroalimentarios. Actualmente, están trabajando con la Fluorescencia de Rayos X por Reflexión Total, una técnica analítica nuclear multielemental que puede brindar información sobre la presencia de metales pesados y otros elementos en productos apícolas como miel, polen, abejas, propóleo y jalea real.

La aplicación de la técnica de Fluorescencia de Rayos X también puede ser de gran utilidad para estudiar otros alimentos, ya que puede dar información analítica con gran precisión a partir de muestras sólidas o líquidas de mínimo volumen y con cortos tiempos de adquisición. Pueden analizarse, por ejemplo, leche y productos lácteos, carnes, aguas, y también realizar estudios referidos a la sustentabilidad y la nutrición de sistemas de producción animal.

Gracias a sus investigaciones en polen con la técnica de Fluorescencia de Rayos X, la ingeniera agrónoma Marilina Basso, responsable del Sector Apicultura y Sistemas Agroalimentarios de la CNEA, y su equipo fueron distinguidos en el marco de la XVI Conferencia Latinoamericana de Análisis por Técnicas de Rayos X (SARX 2018) con el premio a la mejor contribución en términos de tema, calidad y proyecto de investigación.

La abeja como sensor ambiental

En el Centro Atómico Ezeiza, donde el Departamento Aplicaciones Agropecuarias de la CNEA cuenta con sus propias colmenas, también se lleva adelante un Programa de Biomonitoreo que tiene a las abejas como principales protagonistas. “Estos insectos son muy sensibles a todos los cambios que puede haber en el ambiente, y esto se lo puede observar a través del estudio de productos apícolas o de las propias abejas”, detalla la ingeniera Basso.

De esta manera, se puede obtener información sobre la presencia de contaminación: “La abeja –detalla la investigadora– explora una extensa superficie alrededor de su colmena, estando en contacto continuó con la vegetación y el aire. En el suelo, por ejemplo, un contaminante puede migrar a través de una planta y así transferirse al néctar, las resinas o el polen, que es lo que estos insectos colectan. Esas sustancias contaminantes también pueden estar en el aire o en los cursos de agua”.

La finalidad de estos controles es monitorear la salud del ambiente donde está ubicada la colmena. “La abeja nos da información al respecto, porque los metales colectados junto con el néctar, por ejemplo, se transmiten a la miel a través del aparato digestivo del insecto. En pocas palabras, es un excelente sensor sobre la salud del ambiente”, resume la ingeniera Basso.

Requisitos de exportación

Los mercados internacionales que reciben miel argentina son muy exigentes y algunos de ellos no aceptan productos apícolas sin irradiar, ya que esta técnica permite eliminar la posibilidad de transmisión de la Loque Americana, la enfermedad bacteriana más grave de las abejas que ocasiona pérdidas económicas en todo el mundo.

La Loque Americana es producida por una bacteria esporulante y es altamente contagiosa. Puede afectar la productividad y causar la pérdida de colonias enteras de abejas si no es tratada a tiempo. Antiguamente, la única forma de eliminarla era quemar el material apícola, lo que provocaba altos costos adicionales. Sin embargo, la irradiación evita su destrucción, sin riesgos de difundir la enfermedad dentro de la colonia, y manteniendo las propiedades de los productos.

La irradiación de productos o de materiales apícolas consiste en la aplicación de radiación gamma proveniente de una fuente de Cobalto-60. Este procedimiento se realiza en la Planta de Irradiación Semi-Industrial (PISI) del Centro Atómico Ezeiza, donde puede aplicarse tanto al producto como también al material inerte de las colmenas, es decir, aquellos que no tengan elementos vivos (ni abejas ni larvas).

Según estudios realizados en el Centro Atómico Ezeiza, la irradiación gamma no altera el sabor, la calidad ni las propiedades nutricionales de la miel. Además presenta claras ventajas frente a otros procedimientos a base de productos químicos, que dejan residuos dentro de las colmenas que pueden difundir a las mieles, lo cual está penado comercialmente.