Investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo avanzan en un proyecto para la producción energética. Se trata del cultivo de algas para la generación de energías limpias. El control de los cultivos permite a los investigadores monitorear el desarrollo de las algas para que tengan mayor contenido de aceites o para que predomine la producción de proteínas y sirvan de alimento para animales y humanos.
Un microbosque de algas unicelulares puede fabricar un filtro para las chimeneas de gases tóxicos, producir alimentos y generar energía para mover motores. Jorge Barón, director del proyecto de investigación “Producción de algas para extracción de aceite y obtención de biocombustibles” estudia el fenómeno y ensaya la producción de estos recursos energéticos.
Pareciera que es el futuro, pero en realidad es el presente de las energías limpias en la producción de biocombustible y alimentos a partir del cultivo de microalgas unicelulares en Mendoza. El investigador responsable de esta temática, ingeniero nuclear Jorge Barón, explicó a Argentina Investiga los avances que se han llevado adelante en el tema.
Barón se explayó sobre las posibilidades que tienen las microalgas para extracción de combustible, azúcares y proteínas en comparación con otros tipos de cultivo como los de la soja. El ingeniero también abordó el rendimiento económico, las facilidades y oportunidades de cultivo, y los procesos de elaboración de biocombustible de microalgas.
Un punto de partida del proyecto es que hay una crisis que resolver entre la producción de energía y un medio ambiente que cada vez es más limitado. Por lo tanto, hay un contexto mundial en el que se compite entre energía y comida. Por ejemplo, se hacen biocombustibles a partir de aceite de soja o aceite de colza. Así surgió la idea de estudiar la producción de algas para la extracción de aceite y biocombustible. Se pueden conocer todos los detalles sobre el emprendimiento en (http://www.algae-oil.com.ar/).
Este combustible tiene ventajas desde el punto de vista medioambiental, ya que el alga unicelular captura dióxido de carbono como alimento, lo que permite reducir los gases de efecto invernadero. Además, esa microplanta no utiliza tierra fértil, lo cual la hace apta para cultivarla en los suelos desérticos mendocinos, aunque sí necesita buen sol porque son organismos fotosintéticos. Las algas tampoco consumen agua, porque viven en el medio acuático sin absorberlo.
La historia comenzó hace cuatro años cuando se hicieron los primeros experimentos que obtuvieron resultados prometedores sobre las posibilidades de la extracción de aceite para la obtención de biocombustible. A partir de allí el trabajo fue creciendo, a tal punto que hoy trabajan en el equipo más de 12 investigadores y se obtuvo un financiamiento privado de la empresa Energy Traders, SA que se sumó a los subsidios que entrega la secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo.
Barón aclaró que el proyecto no es sólo científico sino que se intentan establecer procesos técnicamente viables y rentables desde el punto de vista económico, es decir, que el factor económico está muy presente en todos los experimentos que realizan.
¿Qué es una microalga?
Se generan en cualquier cuerpo de agua. Por ejemplo, cuando a una pileta no se le agrega cloro, el agua se pone de color verde y ese verde son algas microscópicas que, criadas de manera apropiada, tienen una productividad muy alta de azúcares, proteínas y aceites en su organismo. En el medio ambiente de Mendoza predominan dos especies, la clorella y la scenedesmus, que son las que favorecen el proyecto ya que son más productivas. El cultivo de estas algas autóctonas permite alcanzar productividades muy altas y esta decisión sobre lo autóctono local incide en un aspecto ecológico, ya que el no utilizar algas autóctonas en organismos que se reproducen rápidamente podría causar impactos ecológicos gravísimos. “Por ese motivo, tratamos de utilizar las variedades de algas que crecen de manera natural en nuestro medio ambiente”, puntualizó Barón.
Las algas, además, permiten a los investigadores controlar su desarrollo para que tengan mayor contenido de aceites o para que predomine la producción de proteínas y sirvan de alimento para animales y humanos. Al modificar las condiciones de cultivo se puede maximizar la productividad en proteínas.
Para comprender mejor las ventajas de las algas, Barón las compara con cultivos terrestres. Así, sostiene que “en general las algas son centenares de veces más productivas que otras plantas terrestres. Una de las razones es que no tienen estructura. Es decir, no tienen la raíz y el tronco de la planta terrestre, que no participan de la fotosíntesis. En cambio, todo el cuerpo del alga sí realiza fotosíntesis. En segundo término -agrega el ingeniero- las algas se reproducen muy rápido; de uno a cinco días se duplica su población y permiten realizar una cosecha diaria, alcanzando en una misma hectárea de cultivo 100 o 200 cosechas al año, lo opuesto al cultivo de la soja, por ejemplo, que tiene sólo una o dos recolecciones al año”.
Para continuar con las ventajas se compara el rendimiento. Así, una hectárea de soja rinde media tonelada de aceite, y una hectárea de alga debería producir 10 o 20 toneladas de aceite, según los cálculos que desarrollan los investigadores.
La mayoría de la captura de dióxido de carbono de nuestra atmósfera en el mundo la producen las algas unicelulares en los océanos, mucho más que los bosques terrestres. Así, ellas toman el dióxido de carbono, nitrato, nitrito y fosfatos, y con esas sustancias las plantas crecen, se reproducen y capturan esos elementos, en contrapartida emiten oxígeno como resultado del proceso fotosintético.
Beneficiosas para el medio ambiente
Otra de las ventajas de la producción de biomasa de microalgas es que favorece el ambiente porque pueden actuar como purificadoras de agua. Una de las opciones que se ensayan es la utilización de aguas residuales, que tienen una alta carga orgánica -muchos nitratos, nitritos y fosfatos- que convierten en muy contaminada y difícil de usar para el cultivo. Sin embargo, esa alta carga orgánica de líquidos contaminados para las algas es alimento, entonces, el agua se puede balancear químicamente al darle un uso como base de cultivo para algas. Como resultado, después de cultivar las algas, se obtiene agua de mejor calidad que la que ingresó como líquido contaminado.
Fuente: Argentina Investiga